Anoche te quedaste dormida con una sonrisa hermosa. Yo estaba cansado, muy cansado, un poco por el día y un poco por la vida. Y te estuve un buen rato mirando: mirando esos enormes ojos tuyos; y sintiendo, en el confortable calor de tus piernas, enredada a tu vida la mía. Entonces me di cuenta de que yo también sonreía. Y cerré los ojos con una sensación vaga de que Todo en ese instante tenía sentido.
Texto agregado el 11-04-2010, y leído por 119 visitantes. (2 votos)