Mensaje en una botella
Cada día veo tu rostro gris,
Impávido, cruel, vacío como la nada,
Tu cuerpo deambula sin rumbo,
Detrás de tu vicio, de tus cadenas…
Tu vos quebrada balbucea lo que pide,
El viejo néctar que riega los espíritus,
El vino que acerca a los dioses paganos,
La euforia y la evasión dentro de una botella…
Como un aullido silente de piedad y ayuda,
Que tu voz calla, pero tú alma grita inútilmente,
Ya que en la justicia de los hombres, la condena
Suele ser más fuerte que la misericordia,
Y el castigo, más precipitado que la clemencia…
Y allí en medio de la abundancia ajena,
Tu hambre de cada día y tu cruel necesidad,
Trazan un paralelo que no sabe de esperas,
Solamente en encontrar eso que te haga olvidar,
Que en algún lugar todavía alguien te espera…
Que extraño hechizo hizo de tu vida una sombra,
Y tu presencia entro en el olvido y el abandono
De los que administran bienestar y riqueza,
Y los que guardan los asientos en la casa del señor…
Que crueles laberintos descifrara tu mente,
Cansada ya de convivir con tu impotencia,
Porque caminos sinuosos andará tu cuerpo,
Mendigando un trozo de pan y un poco de dadiva,
Buscando en la basura y en la caridad ajena,
Dejando jirones de rencores y resentimientos…
Ya que tú deambular y tu presencia
No encaja en los portales del progreso,
Ni enaltece la imagen de los que gobiernan,
Ni es bienvenida en los bancos de los templos,
Ni sirve de musa para el delirio de los poetas…
Es apenas una mueca burlona de la sociedad,
Una triste foto para la belleza de las postales,
Un silencio cómplice de todos y cada uno,
Una vergüenza disfrazada de misericordia…
Y nos guste mucho o poco…
Es un signo de estos tiempos,
Es un naufrago olvidado…
Es un mensaje… en una botella…
Jorge D. García
|