Podría parecer igual pero es distinta a tantas otras, si hasta se puebla de esperanza el desértico arrabal. Llega precisa en la hora que se la espera para quitar el manto blanco de la gélida tristeza. Lo hace en silencio con la palabra del alma que pone música a las flores despertando la mañana. Y nos acaricia el rostro en los brazos del viento quitando la negra sombra del amargo sufrimiento. Puede que no sea eterna pero tampoco ha de importar con tal que renazcan los versos que nos hacen caminar. Una nueva primavera aflora sobre tu piel, con una enorme sonrisa que endulza incluso la miel. A Sinda Miranda Joan © Bosch 10/04/10
Texto agregado el 10-04-2010, y leído por 231 visitantes. (8 votos)