En uno de los rubros que componen la larga lista de comportamientos sexuales que integran la definición, encontramos la de candalagnia o candaulismo, como excitación que produce en un hombre, ver a su mujer copulando con otro.
Al respecto, cabe consignar que el término candaulismo, proviene de Candaules, también llamado Hedíates, rey de Lidia, país de la antigüedad. El formidable historiador griego Herodoto de Helicarnaso, que vivió unos 400 años AC, nos relata en sus Nueve libros de la historia, que Candaules estaba casado con una mujer de extraordinaria belleza, de la que se sentía muy orgulloso, habiéndola convertido en su reina.
Ocurrió que un día, conversando con su más estrecho colaborador, amigo y hombre de confianza, un tal Giges, le refirió detalles sobre la incomparable belleza de su mujer. Quizás sospechando que su interlocutor, en realidad no daba mucho crédito a sus palabras, lo invitó a deslizarse disimuladamente en el aposento real y contemplar a la reina cuando se desnudaba.
Giges, en principio se negó ecandalizado, por la falta de respeto que tal acción significaría hacia la reina, pero Candaules insistió afirmando que ella nunca lo sabría, y lo convenció.
Esa noche Giges ingresó a la alcoba del rey y se escondió donde le fuera indicado. Desde allí pudo observar con lujo de detalles el cuerpo de la reina cuando esta procedía a desvestirse, tras lo cual se escabulló por una salida lateral. Pero como algún avispado observador del alma femenina, diría muchos siglos después, las mujeres todo lo ven. Y la reina lo vio.
Al día siguiente, Giges recibió la orden de presentarse ante su reina y lo hizo sin sospechar lo que le esperaba. Ésta, le enrostró haberla ofendido gravemente contemplando su desnudez, pero aclarando. que a quien realmente hacía responsable de lo sucedido era a su esposo, el Rey, al que no podía perdonar la afrenta recibida, por lo que le ordenaba asesinarlo y sucederlo en el trono, conservándola a ella como esposa y reina.
Giges intentó rehusar tal acción contra su señor y amigo, pero fue inmediatamente advertido que la custodia tenía orden de matarlo en caso de no aceptar la propuesta. Entre convertirse en rey y poseer la bella dama, o morir apuñalado, eligió lo primero. Esa noche, mientras Candaules dormía, la reina le franqueó la entrada y Giges lo asesinó alevosamente.
Como suele suceder se fraguó una historia creíble sobre el homicidio y Giges asumió como nuevo rey con derecho marital sobre la mujer más hermosa del reino.
La moraleja sobre esta tierna historia, es que si tienes una mujer despampanante, no te conviene hacerle mucha publicidad. El riesgo consiste, seguramente, en un par de cuernos en la cabeza y, tal vez, una docena de puñaladas por la espalda.
Nota: Este artículo fue publicado en la página Zonada durante el 2007
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