'Esta historia empezó con tres entierros y acabó con el mío, cuando en el verano de 1914 me fusilaron por negarme a partir al frente. En esos días, el imperio estaba hinchado de orgullo por los jóvenes soldados que se iban a luchar en nombre de la Patria.', me dijo mirándome con intensidad, como para cerciorarse de que yo no estaba tomando su relato por una quimera nacida de los vapores del alcohol.
En ese café del puerto de Amsterdam, lleno de gente y humo, sus palabras me parecieron perfectamente cuerdas, y lo miré invitándolo a proseguir.
'Fui el primer muerto de esa guerra maldita. De todos modos, en esos casos es mejor ser el primero que el último', agregó pensativo. Tomó el resto de alcohol que quedaba en su vaso de un trago seco y continuó su relato mirándome a los ojos. Me contó que había nacido en un pueblo de Moravia, que en ese entonces pertenecía al Imperio Austrohúngaro, y que los acontecimientos que en su pueblo habían precedido el comienzo de la guerra fueron un terrible presagio de los años de sufrimiento y dolor que iban a abatirse sobre toda Europa.
El grupo de jóvenes que tocaba música hizo una pausa de descanso, y fueron reemplazados por una mulata acompañada por un acordeonista tuerto. Aproveché para pedir que nos trajeran otra botella, y me instalé dispuesto a seguir escuchando a mi interlocutor. Ahora su mirada parecía perderse en el pasado.
'Fueron tres muertos importantes en menos de una semana, primero el pastor de nuestra iglesia, dos días después el único médico en leguas a la redonda, y al día siguiente nuestro alcalde, que no era otro que mi propio padre... tres muertes inesperadas y repentinas que nos sumieron en una profunda melancolía'. Se sirvió otro vaso y se quedó mirándolo fijamente. El momento coincidió con el fin de una canción y el comienzo de otra. Algo en el canto de la mulata me sobrecogió, me sentí como suspendido en el tiempo y el espacio, y entonces me di cuenta de que estaba cantando en castellano, mi lengua de infancia y que ya casi había olvidado después de tantos años de viajes por los mares del globo. Era una canción muy suave, desconocida para mí, y que me llegaba directo al corazón...
Lo que siento por tííííííí
vida míííííííaaaaaaaaaaa
es profundo y sinceeeeroooo.
Al cruzar nuestros ojos
recordamos
nuestras almas gemelas.
La voz grave y aterciopelada, que seguía el ritmo del bolero como a contratiempo, parecía tocar fibras desconocidas de mi alma, y me sumía en un mundo con ecos de un pasado desconocido y sin embargo tan familiar como esa voz que más que cantar, arrullaba.
Desde mi corazón,
desde la eternidad,
musito para ti :
que el odio y el amor
se conjugan con fulgor
en un eterno Amor.
Los modestos aplausos me trajeron de un golpe a la realidad, miré a mi amigo de una noche y mi mirada fue también como un golpe que lo hizo volver a su narración: prosiguió recordando la vida en su pueblo, la candidez su novia, sus amigos, su familia, siempre con su tono íntimo mientras la voz de la mulata nos mecía con la sensualidad de sus boleros.
'Fueron tres muertes extrañas, mi amigo, porque usted debe saber que con el calor que hizo ese verano no hubo tiempo para hacer venir otro pastor, y tuvimos que enterrarlos sin que pudieran ser bendecidos. Las mujeres lloraban a gritos diciendo que la desgracia se abatiría sobre todos nosotros, y los hombres callaban sin osar levantar la mirada, como sintiéndose culpables de no haber sido capaces de conjurar la adversidad. Creo que finalmente tuve suerte de no haber vivido lo que siguió'.
El estruendo de la música de los jóvenes que volvían con nuevos ímpetus rompió la magia que nos había rodeado hasta entonces y mi amigo se encerró en un silencio meditativo. Me quedé observándolo hasta que noté que su figura se iba haciendo cada vez más difusa, y poco a poco lo vi desvanecerse, hasta desaparecer confundido con el humo de la pieza.
* * *
Esta historia nació
de la imaginación de Churruka y Cromatica
que propusieron la idea
en uno de los tantos concursos de la página
a comienzos de 2007
Gracias a ambos.
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