Desde niña María Elena había tenido el don de presentir sucesos, hechos que pasarían alrededor de su vida, sobre todo aquellos hechos que la involucraban de alguna manera emocionalmente. Supo cuando conoció a su prima que esta vendría a vivir a su casa, y que su madre la adoptaría. Sintio que esto no era algo de su agrado pero no pudo hacer nada para evitarlo era muy niña entonces.
También vio en los ojos de ese hombre mayor, esas dobles intenciones, que nunca olvidaría como un aprendizaje demasiado precoz, y la muerte de su pequeña prima, la cual ocurrió a la mañana siguiente… en fin varios sucesos. De los cuales no pudo más que participar o ser observadora.
María Elena era una chica de cabello oscuro ojos almendrados, dulce sonrisa, muy sociable y solía caerles bastante bien a las personas.
Ella sabia que no siempre era normal su comportamiento, pero pensar en ello no estaba en sus prioridades, a veces se sentía triste o vacía sin motivos ya de joven con el sol de primavera renacía… como una flor, se perfumaba, se maquillaba y todo estaba a tono con la estación del amor. Estaba totalmente segura esa primavera o en algunas de ellas iba a conocer a su hombre, ese que la sacaría de su estanque, y la haría soñar.
María tenia planeado todo: cuando se cruzara con sus ojos oscuros estaría segura, lo reconocería entre todos, entre todos esos otros que no eran el.
Tan segura estaba que ya tenia planeado cuantos hijos tendrían, las noches que mirarían juntos las estrellas y sabrían que ya son un todo, una comunión perfecta para hacer frente a la soledad.
La casa que tenia en su mente era calida, de paredes blancas, un patrio amplio con jardín y árboles altos para que den su sombra en los almuerzos de los domingos, y escondite para sus niños, los tres que tendrían, obvio.
Pasaba el tiempo y María Elena concreto sus sueños primaverales, más bien en verano, pero como lo había intuido fue en la estación donde hay más sol, al amor de su vida jamás lo conocería un día de lluvia o en invierno, eso lo sabía.
Entre esos días que sentía que sus premoniciones se hacían realidad, esos otros días de abatimiento, vacío, o depresión y de vez en cuando calidas prima veras, un día paso por un lugar que le llamaba la atención, decían que había dos mujeres en ese sitio que podían leer muy bien las cartas, decidió ir un día de los malos, en realidad eran muchos ya juntos, fueron semanas y meses, y no recordaba si estos alternaban con alguno que otro día bueno.
Después de todo no tenia nada más que hacer ni perder- se dijo para si misma- ya tenía sus hijos, su hombre, algunas primaveras buenas y hasta veranos en la playa.
Entro con un poco de miedo infundado -pensó y se tranquilizo-, la esperaba una de las mujeres previa cita, era de tarde con poco sol, la mujer le mostró diez cartas y dejo que Elena hablara…Al revés de lo que se hacer por lo general pensó. ´
Dijo poco no quería ayudar demasiado, bastante con lo que pagaba por la sesión…
La joven al terminar las diez imágenes sintió un gran embargo, en todo su cuerpo una especie de angustia y confusión no sabia bien donde estaba. Cuando la adivina comenzó a decir palabras ella se evadió y no sabia si lo que pasaba a su alrededor era algo real o de su imaginación, la mujer “adivina” se dio cuenta de ello y llamo a su compañera, las dos trataban de hacer contacto con María Elena de hacerla reaccionar y hacerle entender a la joven lo que para ellas era una verdad, y era la realidad y no parte de sus ensueños.
Maria Elena estaba shokeada pero no quería agravar más la situación y de verdad quería entender o sacar algo de positivo de “esa sesión”
Las jóvenes brujas le decían: entendes bien lo que te pasa , tranquila nosotras te vamos a ayudar a entender cada cosa, cada parte, quedate tranquila…
No te asustes… toda tu vida tuviste estas sensaciones…y viviste con ellas…no es mas que una esquizofrenia leve lo tuyo con medicación es manejable…entendes bien Elena...
Y con esta última frase María Elena reacciono y vio los dos guardapolvos blancos.