Sólo un minuto
Intuyo que no estamos solos, aún en la intimidad y el silencio de nuestra cueva secreta. Sólo tú puedes despejar esta sombra que me quita cielo y decirme lo que está pasando. Si estoy en lo cierto, tomados de la mano, deberíamos hacer un aparte para ser felices en este único instante que es nuestro, o cerrar los ojos y partir a ciegas cada uno por su propio camino. Tal vez ha llegado la hora de desnudar nuestras almas que deberían dejar traslucir hasta los más íntimos recodos de nuestros sentimientos. Quizá lo nuestro es sólo una ilusión o un sueño inalcanzable. Imagino que una cálida chimenea está dando vida a tu hogar, mientras yo, ignorante de todo, aparezco de fuera, en tu horizonte, cual Ícaro que sólo puede traer destrucción. Y ya que estamos hablando al desnudo, quiero que sepas por mi mismo que soy el tronco de un árbol con raíces profundas clavado en tierra bendecida con todo y ramas y hojas y flores y frutos. Finalmente, como buen enemigo de los extremos, te propongo reverente, que vivamos a plenitud este minuto… sin trabas ni pensamientos ajenos al momento. Y, entonces, recién nuestra cueva se iluminará de estrellas sin testigos ni pesares...
Es verdad, intuiste bien. El único instante que teníamos para los dos, fue interrumpido por mis pensamientos. Ellos pudieron más que esta fuerza que nos atrae. Ayer conocí a tu esposa y casi en confesión me mostró su desconsuelo. Ignorando nuestro secreto, me abrió su corazón y descargó en mi conciencia la enorme angustia de saberse traicionada y su propósito indeclinable de recuperarte. Creo que ella tiene buenas razones y muchas armas para hacer una gran batalla y ganar. Si es por mí, te digo con todo el dolor de mi alma, ella ya ganó su batalla. Lo que queda de nosotros, es poco, pero también es bastante, porque ese minuto que me pides es tuyo sin reservas. Seremos felices a nuestro modo. Yo te amo, sí, ¡es verdad!, pero también es verdad que no sabré compartirte.
Nuestro amor no tiene condiciones. Ninguna nube, por intensa o cargada que estuviese, debería interrumpir este instante. Te niegas con razón a compartirme; y, yo, con la más limpia intención, sólo te pido un minuto repleto, sin vacíos. Lo que venga después…que lo diga el tiempo…Quizá podamos arrancarle a la vida el minuto siguiente. Te amo, mi bien...y te prometo que, en nuestra cueva, mientras arda esta llama, no entrará ni el viento.
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