Permítanme presentarme, me llaman Boterín, sin más distintivos que agregar, aunque es bueno aclarar que eso de que me llaman
es un decir, porque quien así me bautizo fuí yo mismo.
Y es que cuando decidí escapar del cuadro que me tenía atrapado junto con mi familia, encima de la chimenea de una mansión lujosa y de mal gusto, propiedad de un tal señor Escobar, no encontré más referencia que unas letras que a manera de autógrafo decían "Botero", por lo cual, y como soy pequeño, el más pequeño de la plebe gordinflona de mi familia y estuve relegado en la parte inferior derecha de esa celda, y justamente a mis pies aparecía tal nombre, decidí autonombrarme como ya les dije y no quiero repetir porque tal vez se burlen de mi, como lo hacían los amigos del tal señor al que sus amigos llamaban jefe y se carcajeaban mirando la pintura familiar "jefe, pagó medio millón de verdes por los gordos? ¡yo por la mitad se los pongo de carne y hueso colgados de cualquier arbol!
Pero bueno, no quiero asustar a nadie contando todo lo que vi y sufrí en esa celda, sino ya bien presentado ante ustedes, platicar que después de decidir huir de ese maldito cuadro donde conviví con un padre, madre y hermano indiferentes y mudos, me eché a correr mundo. Si así como ven, o mejor me adivinan, con mis eternos cuatro años, aun cuando ahora ando por los treinta, rechoncho y una sonrisa que más es una mueca de sociabilidad forzada. Pues bien o mejor, pues mal, porque con el correr del tiempo y rodar por el mundo como pelota y pelotudo que soy, me entró la añoranza mezclada en un sentido de pertenencia abortado y..., bueno si eso no lo entienden no se preocupen, es que he dado tantas y tantas vueltas y visitado tal cantidad de museos en busca de mi antigua prisión-hogar, o una nueva y quizás más alegre, que las semblanzas de variopintos artistas formaron mi petulante vocabulario.
Pero baste decir, sin contar cómo,pero si cuando, o sea en esta semana santa del 2010, que fuí a caer con todo mi peso, que es mucho, pero graciosamente distribuido, en un museo de la ciudad de México, un palacio de la época virreinal, administrado y mantenido, para evadir impuestos, por una institución bancaria ducha como la que más, fiel a las prácticas de su matriz City Group, en lavar dinero y sin número de majaderías.
Pero paradojas de la vida, yo tan bien vestido con mis pantaloncillos cortos y de educación correctísima fuí a caer en esa ilusión culturena, pensando que se abrirían las puertas de la esperanza.
Exposición, pinturas, posibilidad de regresar al hogar.
Penosa decepción, porque no creo que haya de otras. Una veintena de cuadros de un tal Coronel, y ese maldito abstraccionismo en el que no, definitivamente no tengo cabida.
Y qué se le va a hacer, la retirada, a vagar en busca de otra obra en la me pueda refugiar, y ya de retirada me encuentro con una fotografía de un hombre con aspecto de galán cinematográfico, vamos nada parecido a mi creador el botijas Botero, y una leyenda en letras muy correctas que rezan, dicen, informan, anuncian: "La libertad y la vida" y yo creido en encontrar obra pictórica del supuesto artista, como para adoptarlo y que me adopte, me lancé decidido a gozar del encierro hogareño del que tanto y tan mal renegué hace treinta años.
Decepción, el autor si es autor , pero no pintor.Pero permítanme y si no , pues también, platicar que ese señor puede decir que ha tenido una vida que es una existencia en que obra y vida corren de la mano, y eso es importante por lo menos para todos ustedes que existen por existir y si en algo obran es únicamente en el retrete. Eso sí, con constante constancia.
Y ahi aparece un retrato, fotografía, de una mujer delgada, medianamente guapa y de sonrisa plena, mostrando a un cachorro, bastante pequeñín, desde luego no comparable con la robusta complexión que me inauguró en el mundo, pero al parecer sano. La señora Dora LLosa Ureta, que no Uretra, (que eso es otra cosa, la que tiene abultada mi añorado creador), muestra al vástago en el patio modesto y mugroso de la casa del bulevar Parra, allá en un año tan increiblemente lejano como 1936, lo que me lleva a concluir que ese niñecito ahora cuenta con 74 años. y si, el señor se conserva todavía bien como se ve en la película de una entrevista con un ex compañero sallesiano, aunque quizás la memoria no da de sí, porque en tal video y charla se entabla un concurso entre entrevistado y entrevistador a ver quien no recuerda más.
Pero dato relevante es que el tal Mario Vargas Llosa no tuvo padre, bueno si tuvo quien lo engendrara, pero el señor huyó y no contestó cartas del furibundoi suegro y la frágil, deshecha esposa. De tal suerte, o sea mala,el niño Mario pasó su niñez en Arequipa al cuidado de sus abuelos. Y poco después al año de haber nacido, se trasladó a Cochabamba donde su abuelo-padre Pedro Llosa se dedicó a cultivar el algodón,mientras el niño "mayín" solicitaba a los reyes magos billetera y libros, y con mejor gusto y menos gasto, los comics Billiken y el chileno El Peneca, cuyos ejemplares se exponen en esa muestra, sin reparar en el valor de los pasquines.
Y el niño Vargas Llosa rodó por el mundo:Lima, Paris, Madrid, Londres, Barcelona, y en tanto, la creación prolífica de un hombre mesurado, tímido e incluso mojigato en cuationes de alcohol y mujeres, lo que puede explicar tanto y tantas obras: Los jefes, La ciudad y los perros, La casa Verde, , Los cachorrosS (GUAU, GUAU, YO PASO!)Conversación en la Catedral, Carta de Batalla por Tirant lo Blanc, Historia secreta de una novela, Pantaleón y las Visitadora. La orgía perpetua, La tía Julia y el escribidor, La señorita de Tacna, La historia del fin del mundo, Historia de Mayta (que estaba bastante buenona), La Fiesta del Chivo, Ojos bonitos, cuadros feos, Travesuras de la niña mala, Odisea y penelópe, Dialogo de Damas, Las mil y una noches, y... bueno alguna obra se quedó en el tintero o en el tinterillo abogadillo, politiquillo que quiso ser presidente y no fue porque los años lo llevaron de Sartre al patiño de chita la changa, Ronal Reagan. Y la gota y almorranas a promocionar el interés usurero, y pobre Perú, al chinito de mierda que hizo del otrora orgullosa país andino una calcuta miserable.
Pero bueno, bueno, ya me encabrité y no tengo porqué, mejor invitar, que yo pago si me retribuyen, a que vean con sus propios ojos esta exposición-homenaje a Vargas LLosa en la Fundación Cultural Banamex, en el Centro Histórico de la Ciudsad de México. Al finalizar el recorrido nos vemos en un lugar donde la carne tártara, o sea cruda es una de las siete maravillas del mundo, por ahora mi nuevo hogar, el famoso y añejo Bar Gante, si, si, donde va la gente elegante!
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