Joven-viejo
Hubo una vez un hombre, cuyo nombre era Montaña Solitaria, él tenía esposa e hijos, pero ellos perecieron. Entonces él perdió el sentido vivir y por largos años permaneció oculto de todo el mundo, se encerró en la soledad, en aquel bosque de coníferas eternas, de manantiales donde las semi-diosas danzan seguidas por los sátiros que las asedian, allí fue a dar.
Entonces aún era joven.
Uno día de entre los días, se topó con unos comerciantes y uno de ellos le contó algo que lo intrigó.
–Se dice que en Tebas estuvo el Señor del tiempo, Cronos, apareció como un hombre calvo y con una oz, se dice que un hombre adivinó un acertijo que el Titán le puso, entonces le concedió un deseo y le devolvió a la hija muerta, sí, la que murió cuando atacaron la sacra ciudad de Troya, se dice que servía a Héctor, alto príncipe de aquella ciudad.
Montaña Solitaria quedó anonadado por el relato, entonces lo decidió, robaría la oz de Cronos y traería a su amada y a sus hijos del pasado y evitaría así que las Parcas cortaran el hilo del destino.
Buscó pues a Cronos. No lo encontró y retornó a su cueva.
Aconteció que Cronos tenía sed y fue a beber a la fuente cercana a la cueva de Montaña Solitaria, del Dios dejó su oz a un lado y se hincó para beber del cristalino líquido.
Montaña Solitaria salió para ver quién era el visitante. Reconoció la oz del Dios del Tiempo y arremetió contra ella, pero al tomarla se cortó la mano.
–Tonto –dijo Cronos –por haber tocado el arma celeste de un Dios, te maldigo, de día viejo serás y por las lunas joven, y los recuerdos de tus amados te seguirán sin descanso.
Así ocurrió, Montaña Solitaria se inmediato se vio viejo en el reflejo de la fuente. Por la noche la juventud retornó, y los recuerdos lo atormentaban.
Muchos años transcurrieron. El peso de tal castigo afectaba a las plantas, unas se marchitaban pronto, otras de entre las cenizas resugrían cual recuerdo revivido.
Triste, se ocultó en lo hondo de una gran montaña, dond estaba tranquilo. La montaña cambiaba de estaciones de día y por la noche, incluso los ríos crecía o menguaban según el estado del Viejo-joven.
Lo último que se supo fue que la montaña se desgajó sobre él, pues los eones trascurridos en un solo día, afectaron las raices de montaña cuando desplomada quedó, marchita. Los que vieron tal suceso llegaron y de entre los restos encontraron el cuerpo del hombre que: de día era viejo y de noche era joven y se maravillaron y llevaron la noticia a todas las ciudades civilizadas, de la osadía de la Montaña Solitaria, quien al querer robar al Tiempo su poder quedó maldito |