Siempre vuelvo a este lugar con los guantes de amianto para que mis manos no ardan con la pasión iterativa. Traigo el vino dulce por dentro del corazón para alegrarme y festejar los mejores momentos. Con alas desplegadas como un pájaro cualquiera que desea volar y volar y no lastimarse al caer. Con una sed insaciable que abrevo en tus labios siempre deseosos de hacerme tu esclavo. Entonces me declaro vencido hasta la eternidad y dejo que penetren en mi alma esas canciones que nos describen.
Texto agregado el 04-04-2010, y leído por 237 visitantes. (5 votos)