Gracias por todo, padre
por ser como fuiste,
por tus principios, tus valores,
esa humanidad tan tuya y silente.
Tu forma de abordar la vida
sin apuro
con la mirada del sabio
(conocedor de secretos
de la natura humana)
despojada de ilusiones.
(esa, tu mirada comprensiva, bondadosa,
inusualmente severa cuando era necesario)
Gracias por la música,
la lectura, la escritura:
supiste revelarnos la existencia de seres fulgurantes,
Sócrates, hombre sabio,
Mozart, mi preferido, Bach, y tantos otros...
La música baña mis recuerdos,
te veo en tu sillón leyendo
con tu pipa inseparable,
y entonces vuelvo a sentir
esa atmósfera
amable y confortante...
Gracias por haber siempre sugerido,
nunca obligado,
por haber sido
bondadoso sin excesos,
comprensivo sin aspavientos.
Gracias padre,
por haber estado,
sostenido, acompañado
aún estando ausente.
Loretopaz
Grenoble, 3 de abril de 2010
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