Hace un momento apenas recordé mi nombre, y no es que lo haya olvidado, pero es algo tan presente que a veces se olvida que esta ahí. Mi nombre, tan mío y tan lejano de lo que soy, un nombre elegido por otro para ser mío, asignado.
Pero y si se piensa el asunto, se descubre que así mismo es el cuerpo, tan propio y tan no elegido y así seguramente es el cerebro, los pensamientos, germen implantado por otros para ser pensado por mi hoy, ahora, aquí.
Y hoy recuerdo que mi nombre tan mío no me satisface, y mi cuerpo tan mío no fuera el que yo hubiese escogido para mi. Pero mi mente tan de otros, esa si que me gusta y si la hubiese podido elegir, seria esto lo que escribiría otra vez.
Entonces, lo único que queda es aceptar, aceptarse azaroso, reconocerse pedazos, partes, reconstruido sin razón, de aquí y de allá, totalmente pensado pero fundamentalmente al azar. Sin motivo, sin planes, vivo porque si. |