Febrero 27
Moleré las palabras con la palma de mi pluma
Religarlas quiero, en un caldero de papel
Dejando que se adhieran, se mesclen, se fundan
Con miradas, sonidos, esencias, dolores, memorias
En un rito tan antiguo como el habla
Y obtener los signos precisos para narrar
Vivencias, temores, sensaciones
Del aciago amanecer del cataclismo
Rosaba la luna rosada las copas más altas
De álamos, sauces y maitenes
Ausencia de trinos, de ranas, de brisa
Y las horas se deslizaban sobre un manto
De terciopelo estrellado
Silenciosas, tranquilas, cómplices
Como el traquetear de un tren que viene
Se acerca, se acerca y cuando llega
Levanta la casa y la deja caer
Y juega con ella minutos eternos
Y la luna que muestra el jardín
Donde la grama y los álamos bailan
Y se mueven al compás de tambores lejanos
Me siento pequeño y me entrego
Pienso es el fin de los tiempos, es la hora postrera
Un bálsamo exquisito me rodea
Y mi alma se cubre de sosiego,
Se dibuja en mi fas una sonrisa, no de temor, sino de paz.
Vuelvo al lecho a esperar el final
Tomo su mano y le digo que la amo
Esperamos y no viene, el final no llega
No era nuestra hora,
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