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Raúl le pregunto a Camila cuanto cobraba.
-50 pesos te la chupo y te entrego la colita mi amor. Y estiraba sus labios rojos carmesí, mientras con una mano toqueteaba la pija de Raúl.
-De acuerdo vamos.
Raúl y Camila caminaron una cuadra y media hasta el hotel alojamiento, intercambiando apenas unas palabras. Raúl pago al recepcionista quien le paso la llave, habitación 112 primer piso. Subieron por las escaleras y el culo de Camila, apenas enfundado en una tanga se le clavaba en la vista a Raúl quien simplemente lo toco con su mano mientras subían.
-Ya llegamos dulce, susurro Camila. Quien taconeo unos ligeros pasos hasta el borde de la cama donde dejo sus cosas hasta quedar en tetas y bombachita. Raúl se desvistió torpe y fue hacia ella en busca de un beso.
-No mi amor, yo no beso.
-Dame uno aunque sea.
Y le acerco la boca y con la punta de la lengua mojo los labios de Camila.
-No beso, no insistas.
Y forzándola con su lengua Raúl entro en la boca de Camila y sus lenguas chocaron. Camila intento sacarla con repulsa pero la presión de Raúl era más fuerte. Las bocas eran un colgajo de salivas entremezcladas. Raúl bajo hasta la bombacha de Camila y empezó a chuparle su enorme pene. –Slurp, slurp, slurp.
Camila lo miro. El culo de Raúl le resultaba atractivo. Le pidió que se pusiera en cuatro y después de un poco de saliva, se la puso de golpe. Raúl se sacudió y sintió un dolor agudo. Grito. Camila no se amilano y empezó a sacudirse contra Raúl. Su pija era un enorme puñal penetrando la piel de Raúl, que gemía y gemía. Acabaron.
Raúl acerco su boca a la de Camila en busca de un beso.
-Te dije que no beso cariño.
Raúl insistió en meter su lengua en la boca de Camila. Ella recibió la lengua y sin darle tiempo a sacarla la mordió a la altura del frenillo mientras sentía que la sangre de Raúl le bañaba la boca y los fuertes brazos de Camila lo inmovilizaban. De un brusco movimiento de cabeza Camila arranco la lengua de Raúl, mientras un rayo sanguinolento le salpicaba el rostro.
Ella escupió el pedazo de lengua, el se desvaneció entre estallidos de colores y un dejo de agonía. Ella contemplo belleza en la tragedia, él contemplo su propia fealdad como leña seca frente al espejo.
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Texto agregado el 01-04-2010, y leído por 144
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