Mi mejor amigo
había comprado un regalo de bodas. llamé a mis padres y les dije que llegaría tarde pues me iba a un matrimonio... mientras viajaba en el auto recordaba a mi amigo, siempre alegre, siempre triste, siempre el mismo... y ahora se iba al altar, como suelen hacer las personas normales, aquellos que buscan algo más que las frías gotas de la soledad... pero él no era así, al menos no le conocí así, siempre buscando dentro del aire algo que le llenase la vida y el olvido de todas las cosas... de pronto al auto se le bajó una llanta, bajé y para mi suerte otro auto pasó, arrastrándome como un pedazo de papel... dicen que mi cerebro de abrió como cáscara de huevo, no lo recuerdo... tan solo recuerdo haberme caído sobre un mar de algodoncitos... algo sueva y puro... no recuerdo más, tan solo el regalo que llevaba al matrimonio de mi mejor amigo... dicen que aún no hablo, ni mi cuerpo se mueve, tan solo giro la pupila de mis ojos, resuena el latir de mi corazón... y ese columpio eterno que es la respiración que todo lo barre hasta llevarme a lugares en donde vuelo sin alas y brilla algo hermoso dentro de todas las cosas, incluido mi propio ser… esto que escribo se repite tantas veces que me pregunto quién es el que escribe... noto al tipo cerrando los ojos... dejando sus manos abiertas, agotándose hasta ahogarse en su cama... le imagino y le veo como si fuera mi mejor amigo luego de haberse casado, divorciado, vuelto a casar, solo... siempre solo, solo para que yo pueda contar que una tarde salí de mi casa con un regalo de bodas para mi amigo, el peor y el mejor de todos mis amigos...