Delante el casco, la antena viviente,
el predicador espectante
y sus voces erguidas balbuseables
disparadas en sentido reloj (cronométrico).
Acostada la calma
plástico angular fundido en control
inclinando el sombrero
a buenos días remotos.
Afuera la vida
lo virgen y suicida.
Texto agregado el 30-03-2010, y leído por 134
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
07-04-2010
El devastador poder de la tele. Excelente! cesarjacobo
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