Estas solo en tu casa. Estas viendo la tele. Son las 10 de la noche, aproximadamente. Suena el teléfono, pero no esperas ninguna llamada, y menos a esa hora. Terminaste de ver una película de terror. Cuando la pusiste, todavía de día, nunca se te hubiera ocurrido que te arrepentirías solo un par de horas mas tarde. Ahora de noche y con el sonido del teléfono, todo era distinto. Para llegar al teléfono tenes que pasar por un pasillo de unos 3 metros y entrar al comedor. Ambos están completamente a oscuras. En realidad, la única luz en toda la casa, es la de tu habitación. Te sacas de la cabeza las imágenes de la película y comenzas a caminar por el pasillo. Pasas por enfrente de las puertas de la cocina y del baño, pero por precaución no miras hacia los costados. El sonido del teléfono te asusta tanto como la oscuridad en si, y como el aparato esta antes que el interruptor de la luz, atendes, aun a oscuras. Nadie contesta del otro lado. Se escucha la línea abierta, pero ningún ruido en particular. Luego de un tercer "hola", cortas. Dejas el teléfono y volves casi al trote a tu cuarto, nuevamente sin mirar a los costados, solo a la luz. Ves la tele, pero no la miras. Tu cerebro esta demasiado preocupado pensando en la procedencia del llamado. Pasan 30 segundos de tu llegada al cuarto y vuelve a sonar el teléfono. Pensas en no atender, pero llegas a la conclusión que soportar el ruido del teléfono, el cual suena 6 veces ante de que entre el contestador, va a ser peor que volver al comedor. Ya con miedo real en el cuerpo, repetís la caminata por el pasillo sin mirar más que hacia el frente. Lo que no se ve, no esta. Al llegar al comedor, ya sobre la tercera repetición del llamado, decidís prender la luz, pensando que si de nuevo no atiende nadie, será más fácil de llevar con la luz encendida. La puerta de tu cuarto ha quedado cerrada luego de tu salida, por lo que la luz de él no llega a iluminar el comedor, dejandolo completamente a oscuras. Aun así llegas al interruptor de luz sin problemas y lo accionas. Ves algo con el rabillo del ojo y cuando te das vuelta, ya con el cuerpo congelado y sin capacidad de movimiento alguno se te derrumba todo lo que alguna vez te enseñaron. No se te pasa la vida por delante de los ojos, solo recordas una alegoría. Es la famosa de la caverna, de Platón, la cual pone como imagen del conocimiento del hombre al de una persona que desde su nacimiento es atado y obligado a mirar hacia una pared dentro de una cueva. Al haber una fogata detrás de el, lo único que esta persona ve son las sombras que se reflejan en su pared, producidas por la gente que pasa por la puerta de la caverna. Las sombras son la única realidad que conoce. Resumiendo, un día logra escapar, rompe las cadenas del conocimiento y descubre el mundo exterior y que toda su vida había vivido engañado. Lo ultimo que llegas a pensar, mientras el teléfono llega a su quinta repetición, es que hay ocasiones donde lo mejor es seguir encadenado y mirando hacia la pared. |