Un mundo literal (Segunda Parte)
La idea general es sobre como unir cada concepto de manera congruente. Como la flor blanca que a mí se me antoja se llame margarita y desprenda un dulce aroma. Así como hoy puede parecerme que lo ideal es que sea una orquídea tenga un opaco pero majestuoso color negro.
La intención de esas palabras es unir todas las ideas dispersas en una cabeza de lo más loca en una solo matriz ordenada y funcional. Caminar consiente que el dolor en el tobillo no desaparecerá al parar de caminar sino al bajar de peso. También que respirar profundo no es precisamente sano mientras estás rodeado de humo o te estás por desmayar.
Empezando a descubrir un mundo maravilloso a las afueras de la imaginación y no totalmente encerrado dentro de mi traicionero subconsciente.
El día comenzó con un imponente amanecer, de esos que solo se ven en las películas, o con aquellas personas que acostumbrarnos a entrar lo suficientemente temprano al trabajo como para ir verlos. Vi pasar a ese mismo sujeto que estoy segura es idéntico a Charles Chaplín, como siempre sonreí dentro de mi mente y me pregunté si alguna vez se habrá dado cuenta de ese parecido que tiene con ese comediante tan famoso. Subimos al autobús y lo perdí de mi mente.
Vi subir y bajar a varias personas que no llamaron mi atención en absoluto. Muchos con aroma repulsivo, otros gordos, lo que me hizo pensar, casi todas las personas con sobre peso no son muy atractivas, pero sí muchos de ellos tienen parejas bastante guapas, ¿a qué se deberá eso?
Sentía un raro sabor en la boca. Esa es una teoría que tengo, el aire tiene sabor, solo que nunca prestamos atención, al menos no lo suficiente. Igual puedo ser engañada por mi olfato, finalmente ambos aparatos están altamente relacionados entre sí. Volvió a cambiar el aroma y sí, era una persona. Era yo.
La respuesta a quien era yo seguía sin responderse. Me mataba de miedo decir que era alguien que no pudiera amar. Algo como Frida Calo, o Vincent Vangoh. La primera por no ser muy de mi gusto y otro por ser suicida. Deseaba tanto que esa diminuta parte de mi mente creciera y se hiciera más fuerte. Que toda esa bondad que había sido minimizada por el rencor y los prejuicios se hiciera inmensa e indestructible.
Casi todas nuestras acciones están reinadas por el pensamiento. Casi todo el pensamiento en sí está nutrido por la retroalimentación de lo de que vemos, olemos, oímos, y sentimos al recibir esos estímulos.
Debo reconocer que aún no estoy segura a que me llevará este caminito de color azul, que en verdad me está comenzando a fascinar.
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