El escritor cubano Pedro Juan Guitérrez lo dijo en su primera novela 'Trilogía Sucia de la Habana', hablando de la misería, del sexo desenfrenado, de la sodomia, de los trancazos por el culo. Él: un maestro de lo sucio. Del sexo sudoroso.
Yo: un pobre pelotudo que ha visto mucha televisión y desearía ser la mitad de libidonoso que mi amigo Pedro Juan. No. Esperen. Lo soy... pero de qué sirve si la soledad anda siempre por ahí. Si las mujeres se aburren de mi casi tan rápido como yo de ellas. Si soy de una ciudad fría y frígida. De qué sirve si en esta ciudad las mujeres se sienten putas si disfrutan su cuerpo. Já. De qué sirve.

Pero esta ciudad es así. Y lo peor es que fornica mas que cualquier puta, pero a escondidas. Por la noche, en los más sórdidos apartamentos. Aunque las putas son mejores porque no lo hacen a la tapada. Esta ciudad es así: hipócrita, se hace la santa, la frígida, la digna. La liberal.

Por eso hay que revolcarle toda la mierda. Mostrarle a los hipócritas que acá la gente mata, roba, mea, fornica (folla, culea, tira, coge). Que esa ciudad no es feliz, que no es triste. Que lo de su desarrollo es puro cuento para darle esperanza a los sin-futuro.
Y qué todos vean su mierda a flote, saliendo por grifos, por las duchas, por los sifones, por el piso. Así se espanten todos...pero que se reconozcan que lo que sale de los culos no es precisamente caviar.