Me dijeron con tono demandante y con una bronca que salía desde las entrañas: te odio, todo es tu culpa, lo que necesito es paz y tranquilidad. Y aquí estoy yo, solo nuevamente, desgarrado y mirando expuesto el producto de la tranquilidad que no me contiene. Me dijiste paz y contemple el cementerio deseando no encontrar los restos de nuestros días.
Texto agregado el 29-03-2010, y leído por 116 visitantes. (1 voto)