El manto dulce de la muerte cobija mis esperanzas
y asfixia mi ultimo intento de vida.
Mis pies ya cansados reposan bajo la sombra de la luna llena,
mientras las manos purulentas se alzan
intentando reconocer el gesto final de mi rostro.
La daga entonces encuentra el camino certero de mi paz,
vistiendo de rojo la vista de mi adios.
Texto agregado el 29-03-2010, y leído por 159
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Lectores Opinan
30-08-2011
Esta bien podría ser para alguna otra cara de la luna. _follet_