tenía el estómago lleno. mucha comida, pensé... mi madre me dijo que no me fuera a la cama. está bien, le dije. dejé la mesa, a mi madre, la comida y subí las escaleras hasta llegar a mi mesa. vi los libros que compré. son demasiados, pensé. busqué algo que hacer... la puerta de casa sonó. bajé las escaleras, mientras lo hacía me puse a escuchar los sonidos de mis pies sobre cada escalón. era bello, como si el cielo bailara con mis piernas... no sé cuántas veces subí y bajé las escaleras, pero fueron muchas... de pronto, mi madre y hermanas estaban mirándome con los ojos como platos, y la boca tiesa como estatuas... me detuve y ellas, lentamente comenzaron a deshelarse... ¿qué te pasa?, preguntaron... sonreí de mi propia vivencia y les dije que nada. me di la vuelta y subí a mi cuarto y decidí empezar todo de nuevo... busqué mi ropa y la vi tan fea que la eché por la ventana... luego, sentí ganas de salir a la calle. lo hice. cuando estaba en la calle me di cuenta que algo me faltaba, pero, no sabía qué... un señor muy sucio y viejo se detuvo a mirarme. ¿qué es lo que me falta?, le pregunté. el viejo me miró a los ojos, dejó abierta la boca, tiesa, como estatua... me di la vuelta y seguí caminando... no sabía qué hacer ni qué no hacer... y por ello, seguí caminando hasta encontrar alguna respuesta, y seguiría así, hasta que encuentre una luz, algo que me diga qué es lo que tengo que hacer... |