Como esos tantos misterios que no alcanzo a comprender surges impávida de la nada y te aposentas muy gentil. Te permito, cauto y aún torpe, que penetres mi tensa soledad. Una vez que lo logras, mujer, formas de ella parte y disfruto. Juzgas ligera mis acciones con tu cariño tan sutil. Cuando el tiempo transcurre huyes por extraño temor. Luego acortas distancias dejando implícito un sendero. Pero entonces es tarde pues volver por él no deseo
Texto agregado el 28-03-2010, y leído por 214 visitantes. (5 votos)