1) Han pasado bastantes años ya desde que envolví a mi osito de la infancia en una bolsa de poliestireno y lo deposité en la parte superior del ropero para que duerma su sueño merecido después de tanta incondicional compañía; mis hérores han cambiado, ahora son los que, con ojo cotidiano, puedo ver saltando todas las vallas de la realidad para poder sobrevivir, fantasmas sin más mérito que haber nacido, héroes por naturaleza.
2) El hoy es hoy, ni más ni menos. Me despierto, me descubro viva nuevamente, respiro profundo y comienzo el día..... No puedo volver al ayer, no quiero, no hay nada allí que pueda cambiar si me equivoqué, o mejorar si no fue suficiente, o revivirlo si dejó algún momento maravilloso.
3) Tengo insignificantes e invalorables “fetiches”, así como alguna vez fue el oso de peluche: una pequeña esquela de mi madre, una tarjeta firmada por mis ex compañeros de trabajo, un trébol de cuatro hojas... Grandes tesoros que aseguran una vez más la magnitud de mi riqueza. Lo que a nadie le interesa, lo que nadie podrá robarme, lo que es solamente mío, lo no tangible, lo mejor de todo.
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