El show comenzaba en aquel instante en que a escasos metros un excusado rezumaba deseo en su interior y litros de sudor y ondas alfabeticamente innombrables q expiraban al tiempo q disparaba su leche caliente sobre su mejilla y contorno de ojos. Parecía una palida vela derritiendose cuando el seguridad aporreó la puerta con sus nudillos ajados por el frío recibido por tantas horas a la intemperie en la noche haciendo guardia de aquella puerta trasera de la discoteca de ambiente más conocida de la ciudad, donde había visto millones de escenas, como aquella en la que la rubia de pelo largo y liso y mediana altura salió gritando y se bajó la falda pantis y bragas incluidas y mostró un orondo culo simplemente de formas perfectas según demostraron tantos cuellos partiendose en el intento de atisbar algún centímetro de su carne rosada y algo roja y aquella mano masculina que apareció de repente y comenzó a azotar aquel trasero a la vez que aquel abuelo del segundo sintió la llamada perdida en tantos años de aburrido matrimonio y se echó mano al paquete dejando en el borde de la mesa la novela de misterio sin reparar siquiera en señalar la página por la que leía para reanudar de nuevo más adelante aquel asesinato hábilmente investigado en el que aquella cabeza enviada por correo urgente a su antiguo amante dibujaba una mueca inverosímil que le recordó aquella vez en que esa misma cabeza ahora inerte absorvía con fruición sus enormes pelotas y su inhiesta salchicha mientras litros de amarga cremita inundaba su apretada boca permitiendole gozar de uno de esos momentos blindados a prueba de alzheimer y que precisamente tanto se parecía a el vivido en el excusado por aquellos dos perdidos desconocidos.