Aquel sujeto encendió un cigarro, esperaba que el semáforo tornara a rojo para poder cruzar la calle, estaba exhausto de las clases en la universidad, la noche había entrado. Los autos pasaban, de vez en vez algún bus, el no veía el tiempo en que pudiera caminar, el humo subía, el cigarro se consumía. Al fin la luz verde se divisó, el muchacho vio a la gente que iba en sentido contrario, alguien resaltaba entre el resto, una mujer alta, de cabello negro, que brillaba como si fuera de día a pesar de la hora, y lo mejor, también lo estaba mirando a él.
Todo paso muy rápido, sin embargo desde esa noche cada detalle atormenta a aquel que solo quería cruzar la calle; un rechinido de neumático y música a todo volumen es lo primero que recuerda y quisiera olvidar, un auto con un conductor ebrio había pasado por la avenida, todas las personas se hicieron a un lado, pero alcanzó a una persona, aquella mujer de los hermosos cabellos no pudo esquivarlo, ¿destino?, tal vez, el cigarrillo se consumía ahora en el pavimento, ella terminó en los brazos del muchacho, así como algo de su sangre había ensuciado la ropa de aquel que la sostenía, para entonces la mujer no respiraba, sin embargo su mirada hacia el cielo era hermosa, aunque en el rostro tenía algo de del líquido que anunciaba su muerte, pese a que fue un instante el que estuvo con ella, aquel muchacho jamás volvió a enamorarse tanto de alguien.