-¡¡La sociedad te corrompe, te estruja hasta quedar sin vida!!- imposté mi voz con todo el alma y gesticulé. Un gran número de gente se agolpó, asombrada entre los transeúntes del paseo Ahumada. Era un loco descarnado y cuando ya casi terminé mi discurso se acercó una camioneta y arrestaron. –¿Lo llevamos al siquiátrico mi cabo?- le preguntó un carabinero a su superior y yo repliqué de inmediato-¡¡Soy actor…actor!!-. Pero no me creían y antes de que me subieran a la capacha vi a un niño con una moneda de cien en su mano. Al menos alguien me entendió.