Voy a retroceder un poco en el tiempo y hablar del libro 2 de Jean Mayer, donde trata el tema del antecedente inmediato de la “Revolución cristera” para quienes apenas recibimos una embarrada de historia en las instituciones oficiales y nuestro conocimiento se limita a un esbozo casi cómico de la historia, nos sorprende el hecho de saber que después de las leyes de reforma emitidas por el entonces congreso a las casi ordenes del Benemérito y vanagloriado Benito Juárez, quien no supo (como en la mayoría de los casos políticos) manejar a un órgano con un inmenso poder como lo era y lo es; el Clero. A principios del siglo de 1800 los que lograron (si se puede decir logro) la guerra de independencia, fueron los miembros del alto clero mexicano quienes aun después de la guerra se seguían sujetando a las leyes del vaticano, desconocían a España como cabeza pero se inclinaban diligentemente ante su santidad. Una doble moral, el deseo de independencia de unos reyes católicos y la sumisión a las máximas autoridades eclesiásticas.

Nuevamente después de las leyes de reforma, el clero se encargo de azuzar el fuego en contra del mal gobierno al grito de ¡viva la iglesia! Y ¡muera el mal gobierno! La historia se repetía 10 lustros después con el grito de: ¡viva la virgen de Guadalupe! Y ¡muera el mal gobierno!, tal pareciera que la iglesia se siente muy cómoda resolviendo sus conflictos a través de las armas, solo conjeturando a base de hechos históricos, el doble discurso y la doble moral de: ¡no mataras! Pero siempre y cuando no estén afectados los intereses clericales.

A principios del siglo pasado cuando el país aun respiraba sangre por los miles de vidas perdidas, los caudillos creyeron (como siempre) tener la razón y quitarle como si se le quitara un fetiche a un niño, y desacralizarlos, y lo único que lograron es que nuevamente el clero con esa moral difusa “recomendara” que la ultima opción fuera la lucha armada, pero sin prohibirlo tajantemente, apenas de una forma velada y entonces el 26 de julio de 1926 los primeros campesinos tomaban las escasa armas que tenían a su alcance y gritaban ¡Viva Cristo rey!, solo cambiaban las proclamas y los manejos seguían siendo los mismos.

Algunos ilustrados como es el caso de Anacleto González flores quien a pesar de su radicalización fue un tipo visionario, inteligente y por demás elocuente con la pluma, veían de una forma periférica el problema solo que su corazón lo tenia inundado de agua bendita y de vaticano. Esto le impedía ponerse en los zapatos de la victima eterna de este problema: el pueblo, el eterno e invencible pueblo que ha sorteado vejaciones y quien es el sostén de todos los sistemas, el artífice y el soporte inquebrantable, admirable e irrompible a pesar de los múltiples abusos y vejaciones.

Ea! pues mi reconocimiento para este maravilloso conglomerado de héroes anónimos, pilares del presente y del futuro, por que los logros, fortunas y sublimes demostraciones de las bellas artes. A este fenómeno creciente y admirable dedicare mi humilde obra a un personaje casi anónimo, analfabeto y con toda la bondad de una persona del pueblo.