La calle oscura, nada pasa. Los árboles, el aire, los autos, mi sombra proyectada por la luz de los faros; me asisten como espejismos. Nada pasa. Como peregrino de la rutina nocturna, como un zombie en la vigilia, sigo los pasos de la cera escuchando música decadente. Pasa una hora, dos, y el paisaje no cambia. Atrapado en este retrato urbano, las cuadras se despiden para introducir otras que son copias exactas de las anteriores. Las cuadras son cuadradas, los edificios son oblicuos y las calles amorfas. No es de extrañar que cuando llegue a mi casa, mi madre se halla convertido en un rombo, mi padre en un círculo y mi hermana en un triángulo. Nada es simetricamente innegable cuando se trata de un mundo minimalista.
Pero la calle sigue oscura, yo no llego a mi casa. Los árboles, el aire, los autos, mi sombra proyectada por la luz de los faros; me asisten como esencias vanas. El silencio es la melodía de mi oído ¿Que es lo que pasa cuando la realidad se vuelve tan conceptual, cuando todo se reduce a una imagen? ¿Que es lo que pasa cuando nada es lo que pasa? |