Siento que me vuelvo loco
cuando me faltan tus besos.
Siento congelarse mis venas
sino te tengo muy cerca.
Mi lecho es una mortaja
de fría como un crudo invierno
que anhela que tu regreses
y añora tu cálido cuerpo.
Las paredes se enmudecen
al no oír ya tus gemidos
y los enseres de la alcoba
me culpan porque te has ido.
Las sabanas añil de seda
quedaron donde las dejaste
empapadas en mi llanto
que mas que llanto; es sangre.
Fuiste mía solo una noche
que eternizaré en el tiempo,
te fuiste sin saber tu nombre
dejándome este tormento.
Porque al irte te llevaste
el aire que respiraba;
vuelve aunque sea otra noche
y llévate también mi alma.
Texto agregado el 24-03-2010, y leído por 169
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