El ojo de la luna se filtra por el balcón
vigila las imágenes sonámbulas,
baile de máscaras que se divierten
en noches despiadadas,
desvanecen la piel hasta envejecerla,
distancia desvelada que acompaña
la sombra de mi cuerpo.

Las noches desnudan mi cuerpo,
lo acarician con su lengua cortada,
tacto, sortilegio de exterminio
las caricias no bastan
para llegar al centro de tu voz.

Los brazos de la soledad insisten
navegar el espacio de mis ojos,
me desgasto las pupilas en libros,
páginas insaciables del desvelo
en la nostalgia del tiempo vacío.


Mis refugios hambrientos de tus caricias
persisten en las sabanas,
alucino el ritual de tu presencia,
fantasma que avienta los recuerdos a las entrañas desgastadas por la espera.