La sala era bastante reducida y sin ventanas, había únicamente 3 sillas con un diseño minimalista, distanciadas estratégicamente una de otra. Creaban de esta manera en el centro un espacio que parecía perfecto para una mesa inexistente. Las paredes de aquel lugar parecían muertas, su color era un blanco sucio completamente ausente de adornos. Había una única puerta corrediza café que comunicaba el cuarto con el mundo exterior, donde unos minutos antes había aparecido un particular sujeto, que no superaba el metro sesenta, con un bigote pronunciado, una mirada penetrante y vestido con una camisa y un pantalón del mismo blanco sucio de la habitación. Después de una rápida mirada a cada uno de los 3 hombres que se encontraban en la habitación tomó aire, y pronuncio: “Buenos días caballeros, supongo que ningún de ustedes sabe porque esta acá, ni cómo llegó. A cada uno de ustedes le fue administrado un sedante muy fuerte, que tiene como efectos secundarios la pérdida de la memoria. Nos vimos obligados a tomar estas medidas pues es la única manera en la que podemos garantizar una total transparencia en el proceso del cual ustedes van a pasar hacer parte en unos instantes. Sepan que entre ustedes se encuentra una persona desequilibrada mentalmente pero lo sabe ocultar muy bien. Ha cometido un crimen y por tanto debe ingresar a una institución mental especial donde podrá ser tratado. Pero para nuestro infortunio no contamos con la suficiente información como para poder señalar a esta persona, y nuestro máximo esfuerzo se ha materializado a reducir a los potenciales sujetos a ustedes tres. A partir de hoy y extendiéndose por una semana, realizaremos una prueba para determinar quien de ustedes es a la persona que buscamos. Para ese entonces dejaremos libres a los otros dos hombres, a quienes compensaremos adecuadamente por las molestias. Los más prominentes psicólogos del país serán los encargados de llevar a cabo la evaluación a la cual serán sometidos. Por último, no sobra advertirles que estarán siendo monitoreados continuamente. Como se podrán dar cuenta en este momento están esposados a las silla donde se encuentran sentados, y amordazados con el fin que pudieran escuchar cada una de las palabras que les estoy diciendo ahora. Apenas yo me vaya, vendrán unos guardias que los liberaran de estos artilugios, a partir de allí en tiempos no especificados llamaremos a cada uno por separado a una entrevista. Que estén bien caballeros”. El sujeto despareció por la puerta corrediza, que cerró con un estremecedor golpe. La mirada de cada uno de los hombres que se encontraba en el recinto era perturbadora. Se retorcían pero como era lógico sus intentos eran inútiles frente al macizo hierro de las esposas, además del malestar que los invadía. Pasaron dos horas en completo silencio, hasta la aparición por la puerta de tres fornidos guardias. Cada uno de los hombres pensaba hacia sus adentros sobre la situación y no podían entender lo que les estaba sucediendo. Miraban sospechosamente a sus otros dos compañeros a los cuales nunca habían visto antes o eso creían. Y en eso momento justo antes que los guardias se acercaran cada uno en su precaria condición se dio cuenta de lo que implicaba un proceso de justicia: lo que importa no es lo que realmente ocurre sino lo que se pueda probar. Y por ello entendieron que exhibir una conducta violenta en ese momento sería lo más estúpido que podrían hacer. Los guardias rápidamente los liberaron de las esposas y de los pañuelos que no les permitan hablar. A medida que estos se retiraban uno de los hombres quiso expresar con todas sus fuerzas su indignación frente la situación, pero a último momento logró contenerse. La puerta se cerró una vez más, y a la luz del único bombillo en la habitación uno de los hombres dijo: yo soy Juan un hombre normal y ustedes quienes son? Los otros dos se limitaron a decir, soy Jaime también un hombre normal, y yo Pedro también un hombre normal. Las miradas de desconfianza iban y venían entre los hombres. Después de esas breves intervenciones ninguno se arriesgo a decir palabra alguna. El tiempo pasaba pero sin que ninguno supiera realmente a qué velocidad pues no contaban con relojes. Cada uno implícitamente decidió que lo mejor sería esperar a la entrevista para expresar sus dudas y su inconformismo. Por un segundo a todos se les vino a la mente, que significaría ser loco? Actuar de forma distinta al establecido a la sociedad? Pasado un tiempo entraron nuevamente los guardias con tres bandejas que repartieron a cada uno. Los hombres atónitos observaban las bandejas que contenían un pedazo de pan un vaso de agua y lo que parecía ser un ojo humano. Que era lo que pretendían esos doctores? Todos decidieron tomar únicamente el pan y el vaso de agua. Unos minutos después la luz se apagó, asumieron que la noche había llegado y aunque ninguno realmente tenía mucho sueno se quedaron dormidos. Un ruido los despertó, era el doctor con un tarro de hojalata que golpeaba contra las paredes mientras que mantenía una sonrisa que cada uno pensó era terrorífica. Bueno mañana es el último día de la prueba, hoy sabremos quién es, quien es, quien es nuestro loco!!-dijo el doctor mientras se movía afanosamente. Los hombres estaban muy confundidos, como era posible que hubiese pasado una semana, realmente creían estar volviéndose locos. El doctor continúo diciendo, espero que duerman esta noche bien porque mañana les espera un día pesado, y con una voz burlona termino: sus entrevistas ya están listazzzz. Y se fue. Los hombres estaban realmente confundidos. Después de unos minutos, empezó a sonar un parlante a todo volumen con una música repetitiva, tu tutu, tu tutu, tu tutu, tu tutu, tu tutu. La música no paraba, los hombres estaban desesperados.Se estaban enloqueciendo. Unas horas después el doctor los sorprendió con una nueva visita. Estaba vez ninguno aguanto más, y empezaron a gritar: por favor yo soy inocente soy una persona normal déjeme salir. Esto es ilegal, esto es una tortura por favor…. El doctor se puso serio y bramó: no, y por los resultados que obtuvimos de la prueba tendrá que extenderse indefinidamente y termino con una sonrisa: indefinidamente!. Y abandono. Los hombres empezaron a discutir, se agredieron mutuamente, cada uno sabía que no podían estar locos, pero en ese justo momento perdieron la poca cordura que les quedaba. Fuera del cuarto de aislameniento donde los tres doctores se estaban peleando a muerte, en el asilo los locos vestidos de guardias y médicos se reian de sus incomprensibles comportamientos. En ese momento el mundo perdía una vez más la compensación que existía entre la locura y lo que llamamos cordura. La pistola de Chejov estaba latente: La locura que inicia en el primer acto de nuestras vidas, debía desencadenarse en alguno posterior.
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