-Hace cuantos años nos conocemos?
----Lo suficiente como para saber que hoy es el día
- Acaso son mis ojos? he llorado un poco
----Nunca te ví llorar
-Siempre fuimos contra la corriente y a la larga ya sabíamos que no íbamos a encontrar lo que buscábamos
----Una parte de mi quiere que no lo hagas...
-La otra debe ser tu parte más inteligente
Como siempre me hacía reír justo en el momento que iba a comenzar a llorar, cerré la puerta y lo seguí hasta el sofá, vi como ese día se había arreglado el cabello de una manera especial, me senté a su lado y no pude mencionar palabra, lo mire largo rato, tenía tantas cosas que decirle... como cuanto respeto me inspiraba y que siempre había sido un orgullo para mí encontrármelo en el camino y compartir tantas cosas, mientras tanto me acomodaba un poco más a su lado, en la tv mostraban una película de la segunda guerra, quería agradecerle los momentos de risa incontenible que tuvimos, y tantas discusiones acaloradas por culpa de mi manía de llevarle la contraria aunque siempre opinara lo mismo que él en casi todo. Por un momento los dos nos quedamos viendo en silencio la película, todos los soldados reflejaban miedo en sus caras, estaban en una trinchera y esperaban a que algo los salvara. Baje la mirada y en la mesa había un cuchillo, me miro y lo tomo rápidamente y así mismo lo llevo a su cuello, y en ese instante yo no dejaba de pensar en todas las veces que fuimos dos contra el mundo, no dejaba de mirarme, y la hoja rompía ya su carne, fue una cortada pequeña, como si quisiera sufrir largo rato, ó porque no, tal vez saber que pasaría con aquellos soldados. Puso el cuchillo nuevamente en la mesa y yo le observaba sin hacer nada, a veces le quitaba la mirada para ver las explosiones; siempre le gustaron las películas de guerra... trató de decir algo pero yo ya sabía que era, y otra vez volví a la película... siempre deteste la palabra adiós.
En la película morían todos los chicos buenos, y me llamo la atención su mirada, moría con valentía como uno de esos soldados, me parecía que estaba disfrutando ese momento y yo no podía evitar ver bombas desmembrando soldados, había tanta sangre en la tv como en el piso, estaba tan inmersa con la película que no había visto que sus ojos se cerraron. Puse mi cabeza en su pecho y los latidos de su corazón se confundían con los disparos de los fusiles, el chico de los ojos azules se quedaba solo, todos sus compañeros habían muerto y muy seguramente le darían una medalla que odiaría tener, cada vez se escuchaban menos latidos, y yo no quise decirle adiós, estaba muriendo el único que podría comprender porque algún día me cortaría el cuello viendo alguna película en la tv.
A mi querido amigo Juanchito. |