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“Las espinas de la rosa”
-La otra versión -
VIII

Al llegar a la reja que daba a la salida pude ver al viejo Ignacio que me saludo cortésmente, así que me acerque a el y lo salude. fuera de la reja había dos autos, uno deportivo que era de los padres de Judith que obviamente nos estaba esperando de la cual decenio el chofer de la otra vez que estaba esperando a Judith la primera vez que habíamos salido y el otro era una camioneta roja de la cual el sonido del claxon se escucho. El viejo velador abrió la reja en donde Irais se encamino hacia la camioneta al igual que Judith lo hace mientras su chofer le abre la puerta y yo me quedo observando a Mónica que estaba sin hacer nada.
-Que tengas un buen fin de semana Mónica-le digo
-Si, gracias, espero que te diviertas y también te deseo un buen fin de semana, claro aunque vayas a regresar dentro de unas horas.
-Si, bien, nos vemos-respondí con una risa en mi cara.
Judith me llama a gritos después de que bajo del auto en del cual ya había ingresado, me dispongo a ir al auto, pero la voz de Mónica llamándome me lo impide.
-¡Natalia!
Me volví apenas la escuche hablarme.
-¡Eh!, ¡veras!, podemos hablar luego acerca de……..
-Si, por supuesto-y me eche a correr al auto de Judith la cual ya me esperaba.
Llegue al auto que ya tenia el motor en marcha e ingrese en el. Cogí la manija de la puerta y la tire hacia mi dirección para cerrar la puerta.
-Perdona el haberte hecho esperar.
-No hay problema hermosa. Bien vámonos entonces.
Y dándole indicaciones a su chofer condujo de nuevo por el camino para que después de unas horas de camino llegamos a la feria.
La gente pasaba en grupos, familias o enamorados entraban al lugar. Baje del auto y estire lo brazos, me parecía bien el estar afuera, así que no perdí tiempo y fui a comprar las entradas para ingresar, le di su boleto a Judith y comenzamos a caminar. Ella trato de tomarme de la mano y la hubiera dejado si no fuera por el hecho de que no podía hacerlo. Al parecer el haber visto a Mónica me había afectado mucho tanto que me había motivado a decirle la verdad a Judith antes de que pasara otra cosa pero algo me lo impidió, no se si el hecho de que yo no tratara de sabotear la salida que Judith `parecía comenzar a disfrutar desde que llegamos. Nos subimos al carrusel como si fuésemos dos niñas pequeñas, era muy cómico la forma en que estábamos ambas. Después de varios juegos de destreza a los que tratamos de jugar y de caminar de aquí por allá sentimos un hambre profunda.
Fuimos a la fuente de sodas y nos sentamos, después de ordenar unas hamburguesas y unas bebidas esperamos platicando a que nos llamaran. El sol era intenso, me alegraba tener una ropa cómoda aunque Judith parecía que se adaptaba al calor que estaba presente.
-¿te puedo decir una cosa?-dijo cuando comenzamos a hablar.
-Claro.
-¿te sigue gustando Mónica?, o simplemente tratas de disculpar lo que te hizo. Se que no debo de meterme en tus asuntos, pero debes de saber que el viernes pasado cuando te comportaste diferente a lo usual supuse que Mónica era la responsable, así que fui a verla a su salón para hablar con ella.
-¿Qué hiciste que? ¿Por qué?-me encontraba sorprendida a esto, no sabia que algo así pasaría. Ella me miraba fijamente.
-Deja que termine. Como te decía, fui a verla, y me entere que ella y tu se vieron en el invernadero.
-¿Qué fue lo que te dijo exactamente?-pregunte pasando la saliva que tenia en la boca.
-Nada, yo lo supuse y se lo plantee de una forma que me lo dijera todo, pero no lo hizo. La verdad no se que es lo que paso entre y ustedes dos ese día y no quiero averiguarlo porque me dolería demasiado. Cuando el viernes dijiste que no querías hacer nada que perjudicara nuestra amistad sentí como si me clavaras algo en el pecho. Yo sentía que ya habías superado lo de Mónica, pero veo que no es así.
-Yo…….
Apenas comenzaba a hablar, la chica que nos atendía mando a llamar a Judith quien se levanto por la orden. Yo me levante momentos después para ayudarla. Volvimos a la mesa con las charolas de la comida y las bebidas. Estábamos sentadas mirando alrededor, entre el barullo de la gente que parecía insignificante con el sonido del silencio que se alzaba entre nosotras y que parecía helar la sangre de cualquiera. Ella cogió su comida y comenzó a comer, yo sentía que había perdido el apetito, no podía fingir que no había pasado nada momentos antes. Ella se había percatado de todo solo con mi actitud mostrada, y era claro que le dolía la forma en como se estaba llevando esto.
-Sabes, la verdad yo...
-¿No vas a comer?-me interrumpió con esta pregunta, era como un mecanismos de defensa para que no hablara del asunto, pero sentía que si no lo afrontaba de frente con ella esto iba a ser lo peor que pudiéramos hacer cualquiera de las dos, ella porque no quería escuchar que posiblemente me había perdido ya que no podía decidirme entre ella o Mónica y yo por la razón de ocultárselo y tratar de decírselo en un lugar en el cual se veían caras alegres por todas parte a excepción de las nuestras que tenían un matiz serio.
-Si, voy a comer-respondí siguiendo la corriente.
Comimos en silencio, una vez que terminamos, me ofrecí a llevar las charolas a la basura. Camine al bote que tenia mas cerca y sentí su presencia detrás de mi. Me volví para verla, sus ojos se volvieron un verdugo lleno de soledad que me asediaba.
-Vamos a un sitio más, ¿de acuerdo?
-Esta bien, vamos.
Ella me tomo de la mano y nos dirigimos hacia la fila donde la rueda de la fortuna se alzaba ante nosotras. Esperamos nuestro turno ante tal rueda inmensa que a mi parecer debía alcanzar los ochenta metros de altura o algo así. Cuando llego el turno de nosotras, subimos a la cabina y el encargado cerro la puerta, para que el juego mecánico se moviera un poco y la siguiente pareja entrara a la otra cabina.
Empezamos a subir gradualmente hasta que las cabinas fueron llenadas por sus ocupantes. Hasta ese momento estábamos calladas sentadas una enfrente de la otra. Ella miraba por la ventana y yo miraba al piso, la mire de reojo y parecía distante. Sabía que no debía tomar el tema, pero era algo que tenia que afrontar.
-No se si la quiero, así como tampoco se si te quiero a ti-al comenzar a hablar ella quito su ensoñación para ponerme atención-eres una persona magnifica y nunca nadie se a portado así conmigo como tu lo haces. Cuando te conocí te había dicho que jamás iba a estar contigo, pero tu has encontrado al forma en que te necesite y…….. ¡Dios!, lo que quiero decir es que no quiero hacerte ningún mal. Se que te sonara algo tonto y posible te moleste y es que la verdad no me imaginaba que seria atraída sexual y físicamente por una mejer, debes entender que esto no es algo que se de de manera tan natural y menos para mi……
Ella de un movimiento se había desplazado hasta donde estaba, tomándome de los brazos y acercando su boca a la mía, yo trataba de zafarme pero ella no me dejo y no hizo falta ya que me había vuelto a hipnotizar con sus besos y dejo de asirme con fuerza cuando deje de jalonear contra ella.
-¿quiero que me digas que cuando te beso no significa nada para ti? Pero no lo harás y sabes porque, porque en el fondo no puedes negar lo que eres, se que te cuesta aceptarlo. El hecho de que te sientas confundida por ella o por mi significa que amas a una de las dos solo que no nos has tratado lo suficiente como para decidirte. Yo te dije que nos compararas y no me importa esperarte ya que te quiero. Supongo que paso algo entre ustedes que te motivo a darle una oportunidad a ella. Mientras platicaban esta mañana sentía celos de ella ya que yo no consiento que seas de ella, pero no puedo detenerte u obligarte a que este junto a mi y si quiero que permanezcas a mi lado debo permitirte que sepas a quien quieres y aunque me carcoma el alma yo lo soportare. Y si eliges a ella yo voy a seguir siendo una amiga para ti, como lo es Leilani, Franchesca o Ivonne. Pero si me eliges a mí, quiero que lo hagas con la convicción de que es lo que quieres y que estas segura de ello y después de eso quisiera que me amaras lo suficiente para que me muera más por ti de lo que ya estoy.
Ella había colocado su mejilla contra la mía. Mis lagrimas comenzaron a brotar pero se dio cuenta ya que mojaron su piel, ella me vio y me limpio las lagrimas con su mano y creí que me daría un beso mas en la boca pero su acción fue algo mas maternalista, tomo con sus manos mi cabeza y me dio un beso en la frente.
-Me habías dicho que cuando comienzas a llorar no puedes parar, así que supuse esto te haría detenerte.
Estábamos de rodillas, yo le sonreí y con mi mano le movió el flequillo de la frente para despejársela y también besarle la frente cosa que al término ella sonrió. Se levanto y me ayudo a levantarme.
-Ese vestido es muy hermoso, además del lazo, hace juego con tus ojos, ¿lo sabias?
-Si, gracias.
Terminamos abrazadas. Cada una respirando la esencia de la otra. Ella parecía que no quería dejarme ir, mas sin en cambio no hay nada que perdure por siempre y la vueltas habían terminado. Bajamos de la rueda y ella tomo su celular y llamo a su chofer para que nos esperara en la entrada del parque. Caminamos esta vez tomadas de la mano y salimos para de nuevo subir al auto de ella y encaminarnos a la escuela.
No separamos las manos, nos pasamos el trayecto mirándonos una a la otra recargando nuestras cabezas. Sus ojos parecían estar recorriendo mi cara y grabando cada parte de ella, no se si esto lo hacia, pero mis ojos si.
-Llegamos señorita Judith-la voz del conductor de Judith hablaba para indicarnos que habíamos arribado a nuestro destino.
Me incorpore para arreglar un poco el escote de mi vestido. El auto se detuvo y salí por la puerta. En la entrada había una camioneta parecida a la que tenia la acompañante de Irais, fuera de ella se encuentra una chica con una muleta apoyada en su auto y chupando una paleta. Ella me mira cuidadosamente.
Judith sale por la otra puerta y se acerca a mí.
-¡Judith, tanto tiempo sin verte!-dijo la chica acercándose lentamente ay que su pierna derecha parecía tener un problema- ¡Oh, perdón!, parece que no nos han presentado, mi nombre es….
-Barenca, Barenca Díaz Macedo, es la prima de Mónica-dice Judith, mientras la chica me da su mano para estrecharla con la mía.
-Me llamo Natalia Merlo Mondragón, mucho gusto.
Parecía que al decirle mi nombre ella había entendido algo, que no sabia que era hasta que la pregunta de Judith le hace revelar a Barenca.
-¿que haces aquí Barenca?, que yo sepa tu ya eres alumna universitaria.
-Si, tienes razón, estoy aquí porque traje a mi prima, se le olvido algo, y quería recogerlo lo antes posible.
Mónica estaba ahí. La excusa de que había olvidado algo era muy tonta ya que en la mañana la había visto con sus cosas. Judith me miro y me sonrió y me llevo a parte.
-Esta es tu oportunidad. Has lo que tu corazón te mande Natalia, y recuerda que te voy a esperar. Así que ve de una vez.
Ella se despidió de mí con un beso en la mejilla y entre por la reja que el viejo Ignacio me abrió para que entrara. Apenas entre camine lentamente hasta los arcos donde ya casi era imperceptible el que alguna de las dos que estaba afuera me vieran emprender la carrera hacia los dormitorios.
Corrí lo mas rápido que pude ya que por algún motivo el hecho de enterarme que ella estaba ahí posiblemente por mi me había hecho que sacara fuerzas de no se donde solo con la intención de verla. Llegue a los dormitorios, me detuve un poco para pensar si era mejor esperarla ahí o entrar y verla de una vez. Mire mi reloj, las cinco con veinte minutos estaban puestas.
Sentía que cada segundo se hacia una eternidad así que entre a la construcción. Vi a las chicas que estaban en la sala, todas me saludaron y yo pase sin devolvérselos.
Subí rápidamente y no había llegado al segundo piso cuando la encontré bajando por las escaleras. Mi corazón estaba feliz de verla y lo único que dije mientras recuperaba el aire que se había escapado de mi, no por que había corrido si n o mas bien porque la emoción de verla se había intensificado fue “sabia que estarías aquí”.



Texto agregado el 23-03-2010, y leído por 104 visitantes. (0 votos)


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