TIRAR LA CARTA Y UN POCO DE TU VIDA Escribiré una historia para no contarte nunca: Era una desnuda casi tímida mañana. Por una calle tímida y desnuda un poco trigo y otro poco llamarada tú llegabas enumerando las esquinas. Y bajo un árbol para el que faltó palabras como un pájaro cualquiera tú te detenías. De un bolsillo donde viven con veranos a veces unas lacias golondrinas tú extraías una carta entre tus manos y despacio silenciosa la leías. Aún no era la hora de encontrarnos faltaba un poco para el mediodía. Sacaste tu cuaderno de jardines y acariciaste con tu boca algunos pájaros yo nunca habré sabido qué escribiste. Era una plaza tranquila como un lago como aquella donde deletreábamos la menta el cielo estaba quieto como un barco. Era tan fácil que fuera como aquélla. A lo lejos alguien se acercaba te peinaste con la sonrisa alerta. Eran más las mariposas en las plantas. A lo lejos... Se cerraba la promesa. Y tus ojos en azul se evaporaban. Querías esconderte, transformarte en amapola y asaltarme al pasar bajo las ramas. De repente se incendiaba cada cosa todo el día en tu mirada que temblaba. En tu alma remontaba una gaviota y diluvios de ausencia se secaban. Era la hora en que los sueños se cumplían era el momento en que tus vidas se juntaban y en que se besaban los astros y las profecías. Era el mismo tiempo que en las cartas. De repente algo en ti que se encogía algo extraño en la figura que llegaba. Pusiste tu cara entre las manos tu clara cara enamorada. Como cualquier hombre siniestro pasa no era yo, esperas todavía con la paciencia quieta de una casa. El mediodía ya te da la espalda la tarde remonta su rostro solitario. Tal vez ya no vendré, tal vez mañana. Por la misma calle de sonido lánguido todavía espiga pero ya apagada te vuelves sueño atrás, con roto paso. Vas goteando mi carta por el aire hay algo atrozmente desolado de repente mi nombre es: nadie. El tiempo llama a un sueño largo con nudillos de nieve y de agonía. Puedes olvidar el sitio, la calle y el árbol tirar la carta y un poco de tu vida. Ya no vendré, me atraparon los zapatos del rastro que me precedía. Ésta es una historia que nunca habré contado. JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Texto agregado el 22-03-2010, y leído por 104 visitantes. (0 votos)