Ariel no lo puede creer. Las fuerzas le abandonan presa de una mescla entre furia e impotencia, se recuesta en su cama mientras una serie de ideas le atormentan - ¡Hace mucho que inicie con mi trabajo de tesis y cuando por fin veo coronados mis esfuerzos redactando la última página de mi investigación, llega Martín y en una simple ojeada me señala varios errores que el cree yo debería corregir! ¿Donde quedan entonces seis meses de rebuscar en las bibliotecas, compilar toneladas de materiales, platicar con algunos catedráticos y sacar mis notas. No se diga mi inversión en dinero, los días comiendo tarde u olvidándome de cenar; o los días de desvelo quebrándome la cabeza para ordenar toda esa información. Quien se cree Martín para señalarme de esa manera? ¡Aun no termina el bachillerato y ya quiere corregirme a mí, un futuro profesionista! –
Que difícil es concentrarse; le revolotean grillos en la barriga. Quisiera matar su rabia teniendo a Martin en frente para descargarle a palabras y golpes toda su indignación. Fue tanta su sorpresa por la mañana que no atinó a decir palabra, ahora el sentimiento de no tenerlo a su alcance es insoportable. Mmmm… sí… tan solo…
Sin saber Ariel se fue quedando dormido. Solamente lo supo hasta que abrió los ojos y al asomarse por la ventana el sol estaba en lo alto. Se vistió y dispuso a leer por última vez su escrito antes de llevarlo a encuadernar. Esta mas sereno, ya no hay grillos ni deseos de golpear… es mas, releyendo con cuidado… Sí, Martín tiene razón, este capítulo esta confuso, no conduce a la conclusión que el plantea en el ultimo capitulo y este otro es mas entendible si lo ordena como dijo el. Duele reconocerlo pero hay razón en lo que señaló ayer. Es mejor hacer caso y corregir todo lo necesario; aun hay tiempo. Así será imposible que la junta de colegiados no le de el visto bueno al documento y le permita ¡por fin! ejercer su profesión. Pero hay que darse prisa.
Lunes. Ariel consumido por los nervios estruja las sudorosas manos que esconde bajo las anchas mangas de la toga que viste el día de hoy. Son tres horas de estar sentado ante seis colegiados que analizan impasibles el documento; asiéndole preguntas e intercambiando miradas y comentarios en voz baja. Lo miran inquisidores. Hasta que uno de ellos se levanta y dice – Su tesis es buena. Las conclusiones correctas; aunque tenemos algunas divergencias entre las soluciones que se plantean… pero… hay que reconocer que estas se prestan mucho al criterio e inclinaciones políticas de cada quien; incluso como colegiados diferimos mucho entre nosotros con respecto a este problema… por lo tanto le esperamos dentro de quince días con el resto de los jóvenes graduados para que reciba sus documentos y comience a ejercer.
Un martillazo cerró la reunión
¡Ariel no cabe de gusto! Sale corriendo de la sala con deseos de gritar a los cuatro vientos su logro, baja rápido las anchas escalinatas y solo piensa en llegar a casa, abrazar y dar la feliz noticia a su madre ¡Por fin la tan ansiada carrera¡ ¡diecisiete años de esfuerzo y estudios por fin se veían coronados! Que bueno que Martín apareció y le señaló su error a tiempo; que bueno que hubo en el la sencillez suficiente para aceptar el llamado. Supo escuchar y ahora un nuevo mundo de éxitos se abre ante sus ojos.

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A mis amigos cuenteros esperando contribuir al problema de las críticas. Si fallé, solo espero lo que probó Ariel. Que estén bien todos ustedes.