Creo que algo habita en mi cabeza. Algo que no es parte de mí. Empecé a sospecharlo hace días, pero ahora no me caben dudas.
Creo que se hacen llamar sueños. Mientras intento dormir los escucho arañar mi noche, rozarla con sus deditos de algodón, como intentando encontrar mis pesadillas para mandarlas lejos de aquí.
En algunas oportunidades, también me hablan. Escucho sus vocecitas lejanas, un ligero susurro opacado incluso con los latidos del corazón, un murmullo incontrolable que gime durante varios minutos, se que quieren decirme algo...
A veces, creo oírlos cantar. A veces, una melodía triste, una canción que suena a adiós. A veces, un canto alegre, una carnaval con colores de arcoíris. Creo que nunca duermen.
De día, intentan fabricar pensamientos. Los hacen pequeñitos, los alimentan con ilusiones que cosechan en algún lugar cercano al cielo. Creo que sus pensamientos son verdes.
Creo, que cuando los pensamientos cumplen la mayoría de edad, intentan manejarme como si fuera una marioneta, con hilos invisibles tirando de mis extremidades.
Algunos, son bastante graciosos. Algunos, me hacen cosquillas en el alma y me arrancan sonrisas. Algunos, también lanzan lagrimas a través de mis ojos. Ahora que lo pienso, no solo intentan manejarme, creo que estoy cansada de que lo consigan. Pero es entonces cuando llega la noche, es entonces cuando los pensamientos duermen y los sueños vuelven a arañar mi noche, vuelven a rozarla con sus deditos de algodón, como intentando encontrar mis pesadillas para mandarlas lejos de aquí…
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