tenía el estómago lleno. la comida estuvo buena. mi madre hablaba con su hija (mi media hermana), y yo no paraba de pensar en la muerte... ¿cuándo moriré? ¿cómo? ¿dónde? ?cómo será el más allá?... tenía cuarenta años, mi madre noventa y cinco, mi padre ciento diez... eran longevos... me paré de la silla de mi cuarto y abrí el armario. allí estaban las armas: soga, cuchillo, machete, pistola, bolsas, pastillas, libros acerca del tema, etc... miré mi agenda y era sábado. hoy me toca la bolsa, me dije. cogí la bolsa de plástico aleado con metal plateado, y busqué la cinta pegante. luego, tomé pastillas relajantes y me dispuse a practicar... me eché en la cama, antes cerré la puerta de mi cuarto con llave, y me puse la bolsa en la cabeza, me pegué la cinta alrededor de cuello y esperé a que el oxígeno se acabara... miré el reloj y ya estaba por los dos minutos... mi cuerpo despertó, se salió del control, por mas que quise calmarlo... arañó la cinta, la mordía pero nada, se golpeaba con un lapicero a ver si se hacía hueco, pero nada... ya estaba por los tres minutos cuando todo empezó hacerse blanco, luego, dejé de ser... sentí la eternidad, la nada, el desapego del todo... cuando abrí los ojos, estaba mi socio, con la bolsa en la mano, riendo, riendo sin parar... ¿cómo es la muerte?, preguntó... aún no lo sé, le dije. tengo que volver a intentarlo... parece que la maldita "sabe" que estoy tratando de encontrarla, y, se esconde de mí, me teme... entraron los demás socios del club y me puse a contar lo poco de mi nueva experiencia... era raro, todos los socios eran muy jóvenes, así como los nietos de mi madre... cuando se fueron, me entró un hambre infernal... bajé de mi cuarto hasta la cocina y me comí un poco de pan...