El Tritón partió la madrugada del lunes 7 de febrero con rumbo a Juan Fernández, unos cuantos billetes significó tener como aliado a Pedro Buenaventura, el dueño de la embarcación pesquera, un tipo de baja estatura y prominente barriga, con escamas en vez de manos. Conocía el horizonte, al punto que aún con los ojos cerrados sabría llegar con exactitud a las islas. Sin duda un buen compañero de historias.
-No creerá todo lo que dice el crío ése. Poco ha vivido como para darse cuenta de que lo han timado- decía el capitán, con desprecio –. Pero cualquier excusa es buena como para escapar de tierra firme. Aquí afuera sólo somos nosotros y Dios- se acercó con una botella de grapa que no pude rechazar. Horas antes, me habían interrumpido un trago y la garganta tenía asuntos pendientes.
Mediodía y el chico no despega la vista del papel, parece extrañado ante los garabatos, finalmente se acerca y pregunta mi opinión. -Puedo distinguir al archipiélago, pero aquí hay un punto más alejado… supongo será otra isla, pero es demasiado pequeña como para ser Rapa Nui. ¿Qué opina usted?-
Tomé el mapa y me senté a reflexionar sin soltar la botella de mi mano, mientras que el niño se retiró balbuceando algo inaudible para no interrumpir. Ahora que lo tenía entre mis manos parecía más real que ficción. La tinta utilizada era de un tono rojizo, incluso morado, no cabía duda… se trataba de Púrpura de Tiro, tinte utilizado principalmente por la alta sociedad, por su exquisita elaboración y consiste en la mucosidad de un caracol de mar carnívoro, el Múrex brandaris, habitante de las costas mediterráneas. Un largo viaje para desprestigiar aquel plano. Además, en caso de tratarse de un mapa falso, lo común es que la tinta sea china, de un tono más opaco, incluso negro, a base de carbón vegetal y de más fácil acceso en el comercio.
Seguí inspeccionando la carta y encontré un pequeño escrito al reverso, que parecía ser inglés, pero como el tiempo ha dañado gran parte del mensaje, sólo logré descifrar lo siguiente “Y las aves se disponen a volar a paso de liebre, un sol y mitad hasta Más Afuera de la madriguera”.
Un escrito sin sentido a primera vista, pero la casualidad no cabía en el papel.
Más allá del archipiélago se encontraba la isla de Salas y Gómez, también llamada Motu Motiro Hiva en rapanui, su traducción al español sería algo como “islote del pájaro en el camino a Hiva”. Inmediatamente llamé al chico y al capitán explicándoles mi observación.
-Lo que dice tiene bastante coherencia. Sin duda es el punto de partida para encontrar el tesoro. Capitán dirijamos el rumbo hacia Salas y Gómez, por favor- Buenaventura acato la orden pero no le interesaba lidiar con el chico y la imprudencia en sus palabras, por lo que mostrándome una mirada de desagrado me convertía en cómplice de su enfado, al mismo tiempo que giraba el timón unos grados hacia el norte.
Una vez en la isla los tres discutimos cual sería el siguiente paso.
-Supongo que tiene algo que ver con “…a paso de liebre, un sol y mitad…”- dijo Buenaventura, contagiado ahora por el entusiasmo del grupo.
-Un día y medio- respondió el chico -pero eso de ¿paso de liebre?-
-Se refiere a la velocidad. Una liebre puede alcanzar hasta 70 kilómetros por hora, pero para ese entonces lo habrán relacionado con un paso lento- señalé agregando que –Lo importante ahora es definir hacia donde-.
-Tengo una pregunta- levantó la mano el capitán, para luego indicar un par de palabras en el escrito del mapa- ¿Qué significan esas dos palabras en mayúscula?-
-“Más Afuera”- respondí.
-¡Aaah!… Entonces para allá nos vamos- dijo con seguridad el navegante. Con el chico nos miramos extrañados, pero luego de la explicación de Buenaventura todo tenía lógica.
Las dos islas principales del archipiélago son Robinson Crusoe y Alejandro Selkirk, conocidas antiguamente por su posición en el mapa, es así como la primera es nombrada también “Más a Tierra” y la segunda coincidentemente recibe el nombre de “Más Afuera”.
No niego que el entusiasmo me invade, pero mantengo la calma. Por su parte tanto el chico como Buenaventura ya especulan con el botín planeando en que lo gastarán. Un par de botellas más son destapadas acompañada de una cena de pescado, festín para dar término al primer día luego de zarpar de Salas y Gómez.
-Estamos a dos tercios de camino, no puede ser aquí- decía el chico, extrañado-¿está seguro qué no nos desviamos capitán?-.
-Seguro. No ponga en duda mi trabajo, mocoso-
La discusión siguió, pero antes que el par terminara en los puños, les llamé la atención indicando un brillo en la superficie.
-Es sólo el sol de mediodía. Por dios, a la hora que me toco lidiar con este par de viejos…- el chico no pudo terminar su frase y al corto tiempo estaba siendo arrojado al mar.
-Hasta que por fin se calló, refrescándose con el agua se calmará el sabelotodo- Buenaventura, satisfecho, se retiraba cargando un trozo de madera.
Sólo reaccioné en arrojarme a las aguas tras él, mientras se hundía inconsciente. Una vez sumergido, lo tomé entre mis brazos para salir a la superficie, pero si hubo algo en lo que tenía razón el chico, era en llamarme viejo, porque tardamos más segundos de lo que estimaba en emerger. Sin embargo, no fue hasta sumergirme completamente, cuando me di cuenta que aquel brillo no provenía de arriba, sino del fondo del mar.
-¡Buenaventura, lanza una cuerda!, ¡Lo encontramos, está justo aquí abajo!- Toda la discusión quedó en el olvido y en pocos segundos estábamos nuevamente los tres a bordo como buenos amigos. Con mis viajes comprendí que el impulso de los hombres a actuar, es únicamente el bienestar de su pellejo.
CONTINUARÁ... |