Quiero relatar una situación que en mi niñez fue de importancia máxima. Un hecho que me permitió de relevante manera, determinar mi confianza y mi fe en las religiones. En todas ellas, y ninguna en particular, definí mi forma de entenderlas. No así de creer en sus postulados.
Ahora, que veo en retrospección mi problema, porque lo era, me río con ganas, debido a mi adultez ó porque no era tan grave lo que me ocurría: sufría de tics nerviosos; esos movimientos musculares compulsivos que generalmente causan la curiosidad de las personas, y la burla cruel de algunos. Mis tics eran variados y casi ridículos. A veces parpadeaba seguidamente por un minuto, cómo puta coqueta ó movía la cabeza de abajo hacia arriba lentamente, como las vacas, jajajajajaja. Otros tics eran mover el antebrazo seguidamente con desesperación ó mover la boca en forma graciosa y el peor de todos; cuando andaba con las manos en los bolsillos, empuñaba mi mano y la movía rápidamente, lo que daba pie a que mis padres y conocidos pensaran que me hacía una masturbación express.
Trataba por todos los medios de ocultar mis tics ante mis padres, que ya estaban desesperados de llevarme a cuanto neurólogo les recomendaban ( Aún hoy en día se sabe poco al respecto, hay médicos que le dan cero origen orgánico, otros dicen que es genético, etc.) Hasta psicólogos me examinaron y yo seguía con mis movimientos insanos. Y me avergonzaba sobremanera tener tics. Hasta que mirando la TV encontré mi supuesta salvación. Un telepredicador llamado Rex Humbard ofrecía la sanación de todos los males físicos y espirituales que aquejaban a las personas-Sí, ustedes, todos ustedes que están viéndome y oyéndome, se que son pecadores, pero Dios los ama, y los sanará de cuerpo y de alma- seguí mirando el programa y al predicador-sólo tienen que enviarme una carta y pedirme La Llave de Oración-esperé que terminara y anoté la dirección. Acto seguido escribí una carta simple, contando mi problema y pidiendo la famosa llave. Detallé mi problema y también pregunté si podían ayudar a mi primo Arturo que sufría de una cojera derivada de una poliomielitis que lo afectó en sus primeros años de vida.
Pasaron dos meses, y llegó por correo la Llave de Oración. Era de bronce, pequeñita, finamente tallada y con detalles bellísimos, toda una pieza maestra, y totalmente gratis, pecador. La tomé con devoción en mis manos y recé con todas mis fuerzas para que Dios, mediante la llave, me curara de mis tics. Luego fui donde mi primo Arturo y le dije que si rezábamos juntos, tal vez se curaría de su cojera.
-Oye, primo, te apuesto que te mejorai de la pata si rezamos con la llave.
-¿Tu créis? Ya po, recemos, si yo quiero caminar derecho y no andar cayéndome.
-Pongámonos de rodillas y recemos apretando la llave...
-Ya.
Rezamos con fervor, casi con fanatismo por mucho rato, al otro día también, y así, rezábamos a diario apretando la Llave de Oración. Ya se estaba gastando de tanto presionarla. –esta güevá salió julera-le dije a mi primo, pero ninguno de nosotros se rió.-a lo mejor hay que colgársela del cuello con una cadenita-miré a mi primo y le dije que buscaría una. Mi mamá me regaló una cadena de plata y ahí colgué la llavecita.
-Oye, güeón, la llave salió fallá, sigo moviendo los ojos y los brazos y tus seguís cojo...
-Parece que te cagaron, Cristian.
-Voy a reclamar al predicador de la TV
-Pero si él solo te mandó la llave, él no hace los milagros...
-Tenís razón, primo. Y a quién le reclamo...
Pasó el tiempo. Muchos años. Y mi primo sigue cojo y con una mano doblada; yo de vez en cuando vuelvo a sufrir episodios de tics y pienso que la llave, al igual que otros montones de símbolos religiosos, ya sean históricos ó creados actualmente, no son la solución real a nada, son eso sí, elementos perfectos para crear fe y confianza en las personas. Son la esperanza y la ilusión. Aunque debemos aceptar humildemente que hay situaciones en esta vida que jamás tendrán solución.
http://blogdeltiempoqueseva.blogspot.com/ |