no escuché que entraba, así que le maté así no mas... ya con las luces encendidas, vi a mi amigo hecho un montículo de carne fresca, vestido de blanco con las manchas sagradas de sangre por el pecho, las piernas; por la mitad de la cara corría un hilo hermoso que le favorecía mucho... ¡nuca le vi tan hermoso!... llamé a su casa y les dije que él había muerto. les conté el cómo, y todos gritaron hasta dejarme contento al sentir tanto dolor, así como el mío... colgué el teléfono y con mi hacha en la mano esperé al siguiente amigo, enemigo, quién sea que fuera, a que entrara a mi casa, a mi jaula, a su última morada ... ya tenía mas de media docena, me faltaban cinco mas para tener los cuerpos completos para mi especial cuadro integral, mi obra final, es que, era un artista de la vida y la muerte... sonreí, me sentí bien, útil... |