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¿Me llevarías al Buenavista?

Llegó hace 3 semanas a Barranquilla, es paisa, ha recorrido toda Colombia, pero de la capital del Atlántico, solo conoce la Terminal de Transportes y Donde Freddy, su lugar de trabajo.

Cindy tiene algo en común con una monja, la clausura, desde su llegada a la costa ha estado encerrada trabajando súper duro, “es que la novedad vende” me dice ella con algo de orgullo.

Entre a este sitio como si hubiera sido mi primera vez, sentir que uno esta rodeado de la crema y nata de los mandos y bajos medios de la mafia Barranquilla es algo que intimida y te hace tratar de poner una postura similar.

En compañía de un viejo amigo que me dobla la edad, nos apropiamos de una mesa y pedimos el servicio mas económico, $ 35.000 por una botella de Aguardiente Antioqueño, limón y agua, se me hace algo exagerado pero me comenta mi amigo que si uno pide cerveza queda como un lichigo y ninguna fémina se te acerca.

A los pocos minutos, esta petit y morena paisa, pide permiso y se sienta, pide un trago, ¿Quien se lo niega? Ambos sabemos que su fin es que acabemos rápido la botella para pedir otro servicio.

Al principio siento una distancia, que ella sutilmente se encarga de acortar, haciendo preguntas comunes y mostrando sus encantos.

Esa sensación que tengo de que actúa que es feliz, pronto es reemplazada por la firmeza de que es feliz.

Sin mas aspavientos se logra una confianza en la mesa, y empieza a revelar su mundo, sus pasiones, lo que la inquieta.

Nació hace 25 años en santa Rosa de Osos, población a una hora de Medellín, famosa por sus mujeres bellas, Cindy definitivamente una de ellas, tiene un hijo de 2 años, la morbosa pregunta que llega a mi mente pero no hago es: Niño fruto de su trabajo? Responde sin haber musitado palabra que el padre del niño es un hombre que amo desde los 13 años, pero que hoy en día recorre Colombia en un Brasilia, y no sabe de su subterránea vida.

Al calor de los tragos, se suelta mas, y yo en un acto atrevido con la grabadora, presiono Grabar y ella el rollo empieza a echar.

Me dice que todo lo que se habla de las paisas no es un mito, sino la purita verdad, varias conocidas suyas, (amigas en este medio no hay), se han vuelto millonarias vendiéndose al mejor postor, muchas de las que hoy en día ve en la pantalla chica fueron viejas compañeras de faenas y hoy andan con la frente en alto.

Ha aprendido un poco de ingles, fruto de sus intercambios con americanos y de una agencia que les brindo un curso rápido, estudió en el mas conservador colegio de monjas de santa Rosa, y ya lleva varios primeros semestres de varios pregrados. “Es que con esta trasnochadera quien llega a clase de 7 AM” comenta.

Esa falta de constancia la ha desanimado y pues las ganas de ganar dinero fácil son mas fuertes que la de perseguir un titulo.

Desde que extraditaron a los paras y narcos mas sonados, admite que el negocio ha bajado, tanto que hoy esta en este hueco que según ella es lo mas bajo que ha pisado.

Cuenta que su mejor amiga la introdujo en este mundo y que su primera vez por dinero, fue con el hijo menor de un traqueto, no fue tan difícil admite, terminó con millón seiscientos a cambio de un fin de semana con todo incluido entre eso el amor fingido.

Su época de oro en este negocio fue cuando el termino “prepago” se impuso, cuando dejo de ser un tabú, a ser lucrativa posibilidad de hacer dinero por parte de una universitaria, formó parte de una red universitaria de contactos en Medellín, y allí conoció hombres de todas las edades y profesiones capaces de pagar fortunas por estas niñas “bien”, universitarias y con futuro.

Fue una época buena me dice, alcanzo a tener un Swift 1.0, el cual despertó sospechas al padre de su hijo, pero fue mas fuerte la fiebre de las 4 ruedas que las preguntas de donde venían estas.

Pronto entre tanta charla la botella llega a su fin, y vemos el juego de miradas entre el mesero y ella, sabemos que esto es un negocio y si queremos continuar esta charla, otra botella ha de ser traída.

Negocio es negocio exclama ella y me dice que en otras mesas las gruesas billeteras la esperan, me hace un gesto de gratitud, lo entiendo por el tiempo que la escuche, aunque en realidad el gesto debería ser mío, pues fue mi fuente para este tema que día a día y desde el inicio de la humanidad no ha de pasar.

Se despide y como chiste o algo de verdad exclama: ¿Me llevarías a conocer el Buenavista?

Me dicen que es divino.

Texto agregado el 18-03-2010, y leído por 74 visitantes. (0 votos)


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