Mientras dejo salir estas palabras
veo a un nazi
marchando triunfal
por la ancha avenida de Mayo
y los señores de los bares
se sentaban cómodos
a leer los diarios y beber café
mientras repetían
de que así no podíamos seguir
y que nos invadían los extranjeros.
todos ellos trabajaban
en pujantes empresas
dirigidas por CEO’s
que luego de discutir sobre
merchandising,
en sus breack
comen suyi o van al alter tour
y son mamados
por caras y exquisitas putas
de los privados de la calle Córdoba
hacia el Bajo
que les susurran al oído
fuck me.
mientras los habitantes de los bares
de bellas crisálidas a punto de dar alas,
no tienen nada,
y se trasforman en gusanos
escarbando la tierra
hambrientos de cadáveres.
vi unos camisas pardas
que rodeaban a un ricachon siliconado
que imitaba al Che Guevara
en un programa de TV.
un espectador silencioso aplaudía
su propia derrota.
escuche a un nazi
que despotricaba
en las paginas de espectáculos
contra pibes chorros
y peruanos
llamando a ponerle un tiro a todos.
¿donde esta Luciano Arruga?
sentí como
un taxista nazi
-esa especie de SA
del Río de la Plata-
insultaba a un muchacho
solo por arrastrar un carrito
sobre la calle defensa.
pero este se transformaba
como una rosa rabiosa
cuando pateaba el auto del taxista.
veo nazis agazapados
en las teteras manchadas
de esperma y amor,
en los poemas,
en los baños de los bares donde
tomo
pequeños pases de cocaína.
(resisto por Néstor Perlongher)
veo a un nazi oficiando de Papa
sobre una grey de pedofílos.
escucho el murmullo
de una turba de viejitos carcamanes
reclamando haber ganado la guerra
a la subversión apartida.
(¿donde esta Julio López?)
los vi,
los sentí,
los escuche.
recordé a Göebbels
y la fría maquinaria de la propaganda
del tercer reich.
la misma que afirmaba
ir ganado en Stalingrado
mientras el VI ejercito de Von Paulus
perecía por las pulgas.
los nazis que vi,
no me parecieron tan duros
pero si igual de mentirosos.
no siento pena ni miedo
sino odio
por la opresión
y alegría
por el combate,
mientras dejo salir estas palabras.