Observemos a Cito, dejemos claro que este no es su nombre real, sino René o mejor dicho Renecito, esta regresando de la escuela, tiene ocho años, un poco gordito, carita redonda, de piel morena, cabellos lisos, ojos café y de sonrisa fácil; carga una pequeña mochila de color rojo con pegostes de lodo y usa su uniforme de siempre: Pantalón azul y camisa ploma, que era blanca antes del recreo.
Entra corriendo alegremente por el patio y tira la mochila a la orilla de la puerta para tomar su pelota de fútbol y así poder irse a jugar al predio vacío a una cuadra de su casa, cuando Cito regrese ya entrada la tarde su pantalón será casi negro y la camisa de un sucio color café.
Por supuesto que esto no le gusta a la mamá de Cito, mucho menos al papá, quienes se encargan de decírselo: “Hijo no ensucies tanto la ropa, no dejes tiradas tus cosas, no te vayas sin avisar, no esto, no aquello…” esta no es la primera vez que le dicen esto y al niño no le gusta que lo regañen, por eso todo lo que dicen sus padres se le mete por el oído derecho y sale disparado por el izquierdo.
Miremos otra vez a Cito, son las nueve de la mañana de un día sábado y ya quebró dos ollas de barro que estaban en el patio, ahora son las once y ya usó los crayones para rayar la pared del baño con un montón de garabatos. Y lo vuelvo a decir: “Esto no le gusta a la mamá de Cito, mucho menos al papá”.
Cito no es un niño malo, no, de eso no se le puede acusar, pero si es inquieto, o necio, o bastante necio, o muy necio, en fin hoy por la noche sus padres han decidido castigarlo para hacerlo entender. La frase “Vete a tu cuarto que estás castigado” se le metió por el oído derecho pero esta vez no le salió por el otro.
Acaban de dar las ocho de la noche y Cito esta enojado en su cama, ya se puso la pijama a regañadientes y en este preciso momento esta pensando en lo mucho que le molesta su familia, en como no lo entienden y en como mamá y papá de Cito lo quieren tan poquito como para castigarlo en su cuarto, ¡Ahhhh! Como le gustaría ser como un pájaro y poder salir por ahí, libre y sin límites.
- ¿Estas seguro que es eso lo que quieres?- Dice una voz.
Cito voltea la vista por acá y por allá, por allí y por aquí y hasta por acullá, no deja un solo rincón del cuarto sin inspeccionar, quiere saber quien hizo esa pregunta.
- Respóndeme pequeño ¿Realmente es eso lo que quieres?-Repite la voz.
Y en esta ocasión si encuentra al dueño de la voz: Sentado junto a él en la cama, está un hombre de apariencia muy rara, parece más alto que cualquier otra persona que haya visto antes, tan flaco como la escoba de su mamá, viste de traje y corbata oscuras pegados al cuerpo, de sombrero de copa y bastón, de piel tan pálida como la luna, de nariz larga y levantada como el pico de un ave y finalmente con manos y dedos increíblemente largos.
Cito esta impresionado, no asustado, con la presencia de tan extraño personaje, es más, le daría risa si la actitud de este no fuese tan serena.
-¿Y quién es usted? ¿Y como se ha metido en mi cuarto?- Le pregunta Cito.
-Poul y por el espejo-
-¿Qué significa eso?-
-Son las respuestas a tus preguntas, me llamo Poul y entré a tu cuarto a través del espejo-
El inusual personaje se levanta de un brinco gatuno, da dos vueltas en el aire y cae sobre la punta del dedo gordo del pie derecho, por supuesto que esto no se mira por el zapato reluciente y puntiagudo que lleva puesto; Se arregla el saco y se compone el sombrero de copa que apenas se ha movido por el salto y dice:
-Vengo del mundo al otro lado del espejo: Un poco más lejos que la tierra de leyendas, a la derecha del país de los libros y más cerca que la nación de los sueños, el mundo donde todo lo que esta derecho se tuerce, donde nada es lo que parece, donde cuando decides venir, te vas y cuando te alejas, te acercas, y, principalmente donde nadie te dice que hacer.-
-¡Cielos! Que lugar más fantástico- Dice Cito y pregunta:
-¿Y que hace aquí señor Poul?-
Es en este momento que Cito confirma lo alto que es Poul, ya que ahora que esta de pie su cabeza casi pega con el techo, este decide sentarse nuevamente a la orilla de la cama y contesta:
-Bueno mi apreciado jovenzuelo, he organizado nuevamente mi exclusiva “fiesta de cada veinte años para cuatro”, pero esta ves solamente estaremos tres y cuando pasé por aquí y te escuché deseando estar en otro lugar decidí invitarte a ella-
La mente de Cito trabaja a mil por hora, ¡un ser mágico lo invita a una, no, no a una sino a “la” fiesta para cuatro en el mundo al otro lado del espejo! Por supuesto que va, aprovechará esta oportunidad para ser como un pájaro y salir volando por ahí libre y sin límites.
Yo podría decir que esto no le gusta a la mamá de Cito, mucho menos al papá, pero ellos no saben nada de esto.
La casa esta en silencio, ya la noche esta avanzada y todos duermen, bueno, todos con excepción de Cito quien esta de pie frente al espejo que esta en su ropero y a su lado esta Poul.
Repite después de mi pequeñuelo:
“A través del espejo salta pequeño
Corre, sigue tu sueño.
Caerás o volarás, depende de tu corazón
Deja atrás la razón
Que no se usa a donde vamos
Cierra los ojos y junta las manos
Y cuidado con tus deseos
No te vallas a arrepentir de ellos”
Cito repite exactamente cada frase que recita Poul y al llegar la última palabra lo sujeta y se tiran juntos al vidrio atravesándolo como si ese estuviera hecho de gelatina pulida.
El viaje al mundo al otro lado del espejo es espectacular: Atraviesas un túnel luminoso que dobla a la derecha y a la izquierda, arriba y abajo, lleno de mil colores que se mueven a diferentes velocidades y direcciones, mientras tienes la sensación de moverte a millones de kilómetros por hora y al mismo tiempo escuchas música de cientos de orquestas invisibles que tocan fanfarrias.
Cito cierra los ojos en el trayecto final y cuando los abre se encuentra sentado en una alfombra de hojas secas en el medio de un espeso bosque al atardecer.
La vista es maravillosa, incluso para un niño de ocho años que es capaz de imaginar miles de cosas hermosas este atardecer lo deja simplemente sin palabras. Se encuentran en un claro y esta anocheciendo, se hayan rodeados de árboles de color chocolate, solo árboles, sin arbustos alrededor, con hojas de color azul marino y con algunas flores de color amarillo en medio de estas, la alfombra de hojas secas es de color celeste cielo y cubre todo el suelo del bosque hasta donde la vista alcanza, arriba el cielo es de un color verde tierno con un sol rojizo ya casi oculto en el horizonte, ya se ve también en este cielo dos lunas que parecen unos ojos fijos dibujados.
-Levántate Pequeño, no querrás llegar sucio a la “fiesta de cada veinte años para cuatro” ¿verdad?-
Cito se levanta y sigue muy de cerca a Poul quien ya se a adentrado en un camino que aparentemente se dirige al centro del bosque; Ya la oscuridad a caído por completo y ambos siguen caminando a través de los árboles, iluminados por la luz de los dos ojos del cielo y todo indica que se encaminan para sorpresa del niño a una gran mansión de mármol blanco ubicada en un predio de gran tamaño iluminado por un centenar de antorchas y candiles que flotan en el aire.
Cito no ha escuchado, ni grillos ni pájaros, ni ningún otro animalillo en el camino, solo soniditos de flauta, de guitarra o pequeños golpes de tambor.
-¿Nos espían entre los árboles señor Poul?- Pregunta Cito, el raro personaje se detiene un momento y lo observa con diversión.
-No pequeño, en este bosque solamente se encuentran lo grillos y los pájaros, ¿Acaso no escuchas sus cantos de tambores, flautas y guitarras?-
Esta repuesta le produce una gran alegría a Cito, en el mundo al otro lado del espejo hasta los sonidos están cambiados.
Y aquí estamos nuevamente, Cito a entrado con Poul a la mansión de mármol blanco en cuyo interior existen maravillosas pinturas y esculturas, instrumentos musicales adorna los pasillos: Guitarras de todos los tamaños, colores y formas, pianos ridículamente pequeños y asombrosamente grandes, tambores, flautas, redobles, violines, chelos, trompetas, marimbas y otros cientos que Cito no conoce.
-¿Y, si los grillos y los pájaros suenan como ellos, como sonarán estos instrumentos?- Piensa Cito.
Cuando decide preguntar, Poul abre las enormes puertas del salón principal, donde se hará “la fiesta de cada veinte años para cuatro” sin duda el cuarto más asombroso de todo el lugar: Inmensamente alto, mide de largo, según Cito, unas dos cuadras, pero no muy ancho, el techo esta tapizado con cientos de pinturas: De paisajes, de personajes de barba blanca, de unicornios, de centauros, de animales desconocidos, de bellas mujeres haladas y de muchas otras cosas que la vista de Cito no alcanza a ver. De este maravilloso techo cuelgan dos inmensos candelabros con incontables velas de diferentes colores; Abajo junto a las paredes laterales en las que cuelgan tapices con escudos bordados en oro, se levantan dos hileras de estatuas: De osos, de ciervos, de caballos, de lagartos y de muchos otros animales.
El piso también es de mármol en el que se reflejan continuamente los reflejos de las velas en los candelabros. Y a pesar de este esplendor en el cuarto no hay nada más que una simple mesa cuadrada de madera en el centro, sin mantel, y cuatro sillas sin adorno alguno en el que están sentados dos personajes.
Ahora observemos detenidamente a estos personajes:
El primero es Mortos, claro está que Cito no sabrá su nombre hasta más adelante, él esta sentado en la primera silla a la izquierda solamente viste una especie de taparrabo hecho con la piel de una de las bestias más temibles que habitan en el mundo al otro lado del espejo: El Walto. Esto demuestra la fiereza de Mortos, quien también carga siempre su temida lanza, con la que ha cazado a muchas fieras terribles, pero a pesar de todas estas señales de valentía lo primero y casi la única cosa que uno le mira a Mortos son los tatuajes que cubren la mayor parte de su fortachón cuerpo excepto la cabeza, que parece la de un delicado chiquillo de quince años con frágil cabellera dorada, esto nos hace pensar que tanta valentía de Mortos es para disimular su delicada cara.
El segundo, sentado frente a Mortos en la primera silla a la derecha es Xulyus, cuyo nombre tan bien desconoce Cito, es de tamaño más bien pequeño, de cuerpo igual a cualquier joven que te puedas encontrar en la calle, viste de limpio traje blanco, pero a diferencia de Poul, su traje es normal como el de cualquier ejecutivo de cualquier empresa, usa un corte de cabello normal en una cara normal, y no me canso de decirlo: “Igual a cualquier joven que te puedas encontrar en la calle”, lo único diferente son un par de gafas redondas de color rojo que impiden verle los ojos.
Ambos están platicando de no sé que cosa hasta que son interrumpidos por la entrada de Poul y el pequeño Cito de ocho años el cual solo viste su pijama azul con dibujos de barquitos.
Ambos los observan un momento en silencio hasta que Xulyus, cuyo traje es ahora verde dice:
-Examinemos la situación-
-Mortos y yo somos dos, más con la llegada de nuestro querido amigo Poul, hacemos tres y la compañía de tan pequeño compañero de traje gracioso nos vuelve cuatro –
-Eso solo tiene que significar una cosa ¿Verdad Xulyus?- Añade Poul.
-¡Que comience la fiesta de cada veinte años para cuatro!- dicen en coro los tres seres, ante la alegría de Cito.
Ya cantan y danzan todos alrededor del niño, ya Poul gana el concurso de muecas, ya compiten los cuatro para ver quien lanza más lejos la lanza de Mortos, la cual Cito apenas puede levantar, ya comen diferentes postres de todos los tamaños y sabores que han aparecido mágicamente en la mesa, ¡Oh! Ya se inicia una guerra de comida, ¡hay que agacharse! Hay que correr rápido para agarrar el pañuelo en medio del salón, ya hacen una escalera humana para subir a Cito, que se parte de risa, a uno de los candelabros, ¡Tengan cuidado! No vaya a caerse, ya corren todos detrás de Xulyius, porque se ha robado el último pedazo del pastel de chocolate y cuyo traje es ahora morado, ¡Cuidado! Esa pelota paso volando cerca de la cabeza Poul, parece que el único que sabe jugar al fútbol es Cito y la diversión sigue y sigue, pasan dos días con sus noches y esto esta como que acaba de comenzar.
Pero la noche del segundo día ya Cito esta exhausto, a medio dormido en un cerro de almohadas de satín al lado de los listones y a la derecha de los globos, nadie le dice que hacer, o mejor dicho que no hacer, que no comer, que no brinque, que no corra, que no cualquier cosa, esto fue un sueño al principio, pero ya esta cansado, Oh, ya lo invitan todos a retozar nuevamente, parece que las energías de Poul, Xulyus y Mortos son inagotables.
-¿Y cuando terminará la fiesta?- Les pregunta Cito, mientras salta a medias la cuerda.
-Exactamente: Diecinueve años, once meses, treinta días y veintitrés horas.- Le responde Poul.
-¿Por qué crees que se le llama “la fiesta de cada veinte años para cuatro”?- Le dicen los tres.
Que horror, la fiesta para Cito ya no es para nada divertida, a pesar que los juegos siguen y cada vez son más divertidos, para pesar del niño, y las golosinas no se acaban y los globos nunca revientan y las canciones son más alegres, todo ahora le parece sin sabor, no hay reglas, no hay quien lo regañe, ¿por qué Cito no esta contento? Bueno, por que ya se dio cuenta que cualquier cosa en exceso pierde su magia inicial, precisamente por que es un niño necesita disciplina para lograr grandes cosas, por que extraña a mamá y a papá de Cito, quienes le llaman la atención por su propio bien, y aunque su pequeño corazón esta cada hora más triste, sus tres amigos mágicos no parecen darse cuenta.
-tal vez, en el mundo al otro lado del espejo no existe el cansancio ni la tristeza- piensa Cito.
Pero Cito no pertenece al mundo al otro lado del espejo y se duerme pensando en su camita que esta en la casita de sus papitos y ahora más que nunca los extraña y desea estar con ellos.
Amanece el tercer día, Cito abre sus ojos y que sorpresa se lleva al ver junto a él a la gran Dama de piedra, tan hermosa como las pinturas del techo, gris, de esculpido pelo largo hasta el suelo, ¿Una nueva estatua tal vez? ¿Un nuevo juego de Poul? No, allí están los tres: Poul con su bastón y sombrero de copa, Mortos con su temible lanza de cazador y taparrabo, Xulyus con sus gafas de color rojo y su traje azul, ya han dejado de jugar, de brincar, de cantar, de comer y se encuentran de pie frente al niño.
-¿Deseas irte a casa?- Pregunta la estatua a su lado, cuya voz ronca y sonora parece venir de una cueva muy profunda.
-Si- Responde Cito y estalla en llanto como nunca lo había hecho antes, y sus lágrimas caen al piso y forman un gran charco que refleja su triste carita.
-Es una triste noticia pequeño- Continúa la dama de piedra.
-Pero ahora que ya has aprendido que la diversión no lo es todo, que reconoces el valor de algunas reglas y sobre todo que ahora aprecias más a tus padres, pienso que ya estas listo para irte de la fiesta- Añade Mortos.
Ya van todos a despedirse de Cito, pero no con caras largas sino con sonrisas, con chistes y con cantos, con piruetas y con muecas, con regalos y confites; Cito ya está riendo de nuevo, alegre de regresar y feliz de haber tenido el honor de haber estado en “la fiesta de cada veinte años para cuatro”.
-Pero, si me voy se acabará la fiesta, tampoco les puedo hacer eso ¿Verdad amigos?- Dice Cito.
-No te preocupes, pequeñuelo, ahora tenemos la compañía de la Dama de piedra, aun seremos cuatro-
- Y dentro de muchos años más, te podrás quedar con nosotros la fiesta completa- Le contesta Poul.
Ya esta oscureciendo y las manos de Poul, Mortos, Julius y la Dama de piedra no paran de moverse en señal de adiós; Por instrucciones de Poul, Cito cierra los ojos y se zambulle en el charco de sus lagrimas, todos le desean un buen viaje de regreso a su mundo.
Observemos a Cito, ya abre los ojos y se encuentra en su cama, el reloj en la mesa a su derecha marca las doce y quince de la noche, recuerda que marcaba las doce en punto cuando recitó el poema junto a Poul, ¿Será posible que todo a sido un sueño?.
El niño está feliz de estar en su casa, pero también le entristece la idea que la fiesta y sus extraordinarios amigos no haya sido real, Ahora sus ojitos se fijan en un objeto que no estaba antes en su cuarto: Es una guitarra, de lindo color esmeralda, que, como se dará cuenta más tarde, suena igual a una rana.
Porque si en el mundo al otro lado del espejo los grillos y los pajaritos en los bosques suenan a flautas y tambores, las guitarras suenan como el cantar de las ranas.
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