Como dulce golondrina, como inocente paloma
en el rincón de mi bosque, eras pajarita reina
Para ti jugosas frutas, las semillas más sabrosas
y eras una prisionera, del amor entre mis alas.
Un día vino una bandada, de pájaros y pajaritas,
tus bullangueros amigos invitándote a volar
del bosque a otros rincones. No me incitaste a volar
en ese viaje contigo, sabiendo que ya mis alas
no son lo que otrora fueran ¡Me marean las alturas!
Prometiste volverías en cosa de una o dos semans
y con ellos emprendiste aquel vuelo de aventuras
dejando nuestro tibio nido, perfumado de azahares
yo te hice la promesa, de esperar a tu regreso.
Volaste por otros bosques, bebiste de otros arroyos
volaste sobre altos cerros, hiciste nuevos amigos.
Al cabo de más de un mes, regresas a estos lares.
Pero desde ese día, tu piquito aunque tibio,
carece del calor de antaño, a veces cuando te veo
tu mirada es esquiva y si alguna vez te canto
con tus trinos favoritos, tus ojos ven lontananza
perdiéndose en la distancia, como añorando lo visto.
Este día has decidido, alejarte de mi lado
ir en busca de otras flores, además de azahares
me has dado la despedida, con ligero aletazo
y así has desaparecido, en la infinidad del campo.
Yo me he quedado deseando, felicidad en tu ida
amándote como te amo ¿Qué más podría desearte?
anidada en nido extraño, compartiré tu alegría.
Mas si por razón alguna, decidieras regresar
al que fué antes tu nido, te suplico no lo hagas
enmedio de mi abandono, aún me quedan las plumas
que dejaste en tu partida. Prefiero mi melancolía
a una constante inquietud que viviría contigo.
Déjame vivir mi vida, déjame solo en mi nido
Ve con Dios, mi torcacita y el Señor esté contigo. |