La humanidad parece indicarnos a través de sus libros sagrados, sus mitos y sus fábulas, la importancia del pie y del calzado.Ir descalzos era señal de penitencia o respeto en la antigüedad. En una mezquita se entra sin zapatos. En el tiempo bíblico una promesa o un acuerdo personal se sellaba con un apretón en la pierna a la altura del muslo; lo que hoy en día equivale a estrechar las manos. Jacob nace tomado del pie de su mellizo Esau. En este gesto de posesión está anunciada la posterior usurpación de la primogenitura. El lavado de pies, costumbre que hasta ahora se mantiene en la cristiandad, era un acto de humildad. Jesús lava los pies de sus apóstoles en la última cena y ese ritual se repite en Pascua .En la mitología encontramos a Mercurio, el mensajero de los dioses, a quien por tener alas en sus sandalias se lo conoce como” el de los pies alados” mientras Aquiles,“el de los pies ligeros”, tenía sólo un punto del cuerpo vulnerable, el talón y una flecha que se clavó en ese lugar le causó la muerte .
Mario Vargas Llosa , en el prólogo a la traducción de Madame Bovary, dice que es curioso que en la ingente bibliografía flaubertiana ningún autor haya producido todavía una interpretación con el título”Flaubert y el fetichismo del botín” porque hay material de sobra para un estudio al respecto. En Madame Bovary el pie y el calzado femenino son muy importantes. Se repiten alusiones a las botitas de Emma, a los zuecos que calzaba en su casa y a "la zapatilla de satén rosado, bordada, que queda colgada del empeine de su pequeño pie cuando ella salta sobre las rodillas de su amante.” El pie como símbolo erótico.
La Reflexología considera al pie como el reflejo del cuerpo entero y alivia malestares a través de masajes y presiones en su planta.Sorprende también la cantidad de referencias a los pies y al calzado que hay en los cuentos infantiles. La cenicienta pierde el zapato en el baile y el príncipe hace probar el zapatito de vidrio a todas las jóvenes del reino, pero sólo ella posee un pie tan diminuto.Las zapatillas rojas danzan sin cesar y el gato con botas es un prodigio de velocidad. La Sirenita de Andersen entrega su voz en cambio de un par de piernas.
En la antigua tradición china y japonesa el pie pequeño era sinónimo de belleza y para impedir su crecimiento convertían las extremidades inferiores de las niñas en dolorosos bonsai.
En el hablar cotidiano, nos servimos de múltples expresiones con el pie como centro: en pie de guerra, meter la pata, buscarle los cinco pies al gato, no dar pie con bola, al pie de la letra…y una infinidad más. Como regalo, ya con un pie en el estribo, les dejo a pie de página una locución de origen latino: “Los pies en la tierra, hacia los astros la mirada”.
Yvette Nino Schryer |