Desde el día del terremoto han pasado muchas cosas, tantas que ya no puedo enumerarlas. Algunas, son sin importancia, de hecho sé que ocurrieron, pero no sabría decir qué cosas fueron... Otras, marcaron, entre ellas, dos: La primera fue que cumplí 30 años y la segunda es que mis ganas de escribir se fueron. Así es, desde el terremoto no he vuelto a tomar un lápiz, pluma o teclado para plasmar lo que veo, siento y pienso.
Desde ese día, aprece que la Tierra y yo estamos desenfocados, al punto que de lo único que puedo escribir, es sobre el hecho de que ya no puedo escribir... Todos los días me paso por acá a saludar y a ver las nuevas historias y veo que hay cuentos nuevos y se repiten algunos nombres cuento tras cuento, poesía tras poesía y acá estoy yo, sólo como triste observador de que mientras para algunos el terremoto fue una fuente, parece que a mí, me rasgó la fuente y toda esa inspiración y ese ánimo se fueron con cada movimiento de aquellos tres minutos que nos han marcado, una vez más, a fuego, a tierra y a sangre. |