Tiene la mirada perdida y la mente viajera. Un puente colgante entre lo real y lo infinito. No es su vida, pero tampoco se podría decir que lo es completamente. Está en medio de todo y de todos.

Parece que nadie la ve. Suspira. Lleva la mirada perdida. Su falda roja la sacude el viento. La pañoleta atada a su cabeza como el otoño al invierno, deja entrever algunos de sus cabellos que resbalan plácidos sobre su cuello. Nadie la ve. Pero no está sola. Nadie los ve.

Hablan desde el silencio porque si gritaran no se escucharían. Cada uno lleva un libro gordo. Él lee, ella no. A él le basta su compañía, tenerla a su lado porque para amarla sobran las palabras. Es feliz.
A ella le gusta su silencio y su mirada. También es feliz a su lado. Tiene la mirada perdida. Nadie la ve. Sólo él. Baila con el viento su falda roja.
Ella es su ángel. Él es su guardián.