Era verdad lo que decía papá, siempre anunciaba: “soy el más fuerte del mundo y nadie me puede vencer”. Entonces, provocado por sus palabras trababa con él una feroz lucha hasta que los regaños de mamá, sonaban como campanas poniendo fin a la contienda. Luego, los dos mejores peleadores del mundo, magos del “pancracio” y reyes del “catch as can”, herederos legítimos de la tradicion latinoamericana de los luchadores enmascarados, eramos condenados a transformar la mágica arena, donde habíamos disputado nuestro honor, en una cama de dos plazas. Así, convertidos en mucamas y muertos de la risa planeábamos otro encuentro, discutíamos sobre las técnicas que habíamos utilizados y terminábamos de ordenar las sabanas.
Hasta hoy, tenía dudas acerca de la fortaleza sobrehumana que proclamaba, siempre adiviné un tono de broma en sus palabras pero estaba equivocado.
Por ser invierno, anocheció más temprano y lo acompañe a comprar al supermercado mientras mamá preparaba la cena, la promesa de comprar los últimos números de los comic, era acicate suficiente para hacerme abandonar el videojuego. Como llovía, buscamos un estacionamiento subterráneo a salvo de las precipitaciones que furiosamente martirizaban el suelo.
Compramos y descendimos al estacionamiento,en mis manos estrujaba con ansiedad el suplemento de "DC. comic" que habiamos comprado. Al guardar las cosas en la cajuela del auto, ocurrió todo: hubo un corte de luz, sumiéndonos, por breves segundos, en la oscuridad más absoluta. La reacción de las luces de emergencia fue casí inmediata; una tímida luz se desparramó por las paredes, tiñendo todo de un color amarrillo pálido y llenando de sombras el lugar.
De pronto un grito de pavor seguido de una quebrazón de vidrios alcanzó nuestros oídos, lo último que recuerdo es a papá corriendo en esa dirección, pude distinguir dos hombres que golpeaban a una mujer para meterla a un auto.
Al contemplar las sombras de los gruesos pilares sin pintar, las siluetas de los autos estacionados y el sobretodo de mi padre, moviéndose como una capa, mientras corría, entendí que era cierto, era un superhéroe: “el hombre más fuerte del mundo”; todo parecía una escena de Ciudad Gótica y papá, Batman al rescate de una víctima.
Ahora, camino a casa mamá luce preocupada; le digo que esta bien, él se recuperara, es un héroe: la mujer que ayudo esta ilesa. tragándome las lagrimas, pienso que debo apoyarla, así también podré convertirme en la persona más fuerte del mundo… como mi papá…