ABUELO QUINTO
Quiero saber qué sentías cuando saliste de España
dejando tus valles verdes y solitarias montañas.
¿Qué sentiste al despedirte de los huesitos pequeños
de aquel primer heredero de tu sangre y de tu rabia?.
¿Qué sentiste al comprobar que las promesas lejanas
de la tierra prometida, eran “engaña pichanga”
y que cambiaste tu hambre, por más hambre en tierra extraña?.
¿Cómo pudiste vivir recordando los verdores,
cuando llorabas de bronca en conventillos malditos
y bajabas la cabeza, mientras alzabas los puños,
ante estúpidos tilingos que llenaban sus bocazas
escupiéndote “gallego”, o burlándose del gringo?.
¿Qué sentías al mirar cómo estaban hacinados
tu mujer, tus cinco críos, y tu bronca en una pieza?.
¿Qué reflejaba tu espejo cuando hastiado de luchar
buscabas una señal, una salida, un aliento,
cuando perdiste tu esposa, cuando te quedaste enfermo,
y ni siquiera había pan, en tu desvencijada mesa?.
¿Qué sentiste ese febrero, cuando harto de batallar
te disparaste en la sien con el revólver maldito?.
¿Dónde quedaban tu Asturias, tus sueños, tus esperanzas?.
¿Dónde quedaban tus hijos?, ¿dónde quedaba tu rabia?.
¿Por qué bajaste los brazos? ¿No viste que yo te amaba
aunque no había nacido?, ¿No viste que te esperaba?.
Hoy sólo quedan preguntas que nadie ha de contestarlas
aunadas con el recuerdo de caricias abortadas.
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